A nivel mundial, 1,24 millones de personas mueren cada año en siniestros de tránsito. Se espera que esta cifra aumente a medida que crecen las flotas vehiculares en el mundo para convertirse en la quinta causa de muerte en 2030. La mayoría de estas muertes ocurren en áreas urbanas y sus alrededores afectando de manera desproporcionada a los usuarios vulnerables de la vía tales como los peatones y los ciclistas. El porcentaje de la población mundial que vive en las ciudades también va en aumento, del 50 por ciento en 2007 al 70 por ciento en 2030, por lo que es de vital importancia para las ciudades abordar la necesidad de calles más seguras. Las colisiones de tránsito también imponen una carga económica. En algunos países, como la India, el costo económico de las colisiones equivale al 3 por ciento del Producto Interno Bruto.
Para solucionar este problema tan alarmante, Naciones Unidas ha declarado una Década de Acción para abordar los retos de la seguridad vial a nivel mundial, en particular mediante la movilidad urbana y un diseño vial más seguro. Dado que las ciudades a nivel mundial buscan reducir el riesgo de muerte y lesiones de tránsito, es necesario disponer de soluciones concretas y comprobadas que mejoren la seguridad y desarrollen ciudades habitables, eficientes y productivas. Sin embargo, no existe ninguna guía internacional que documente de manera correcta el conocimiento y mejores prácticas mundiales sobre la creación de ciudades más seguras.
Ciudades más seguras mediante el diseño recopila esta información en un solo recurso y aborda temas como un diseño urbano que mejore la facilidad para caminar, la reducción de velocidades vehiculares, las cuales constituyen un peligro para todos los usuarios de la vía, los espacios de alta calidad para los peatones y ciclistas, y un mejor acceso al transporte masivo. En el WRI Ross Centro para Ciudades Sostenibles encontramos que el hacer los desplazamientos urbanos más seguros no solo se trata de salud, sino también de calidad de vida y de la creación de ciudades sostenibles, competitivas, equitativas e inteligentes. Al proporcionar infraestructura segura y conveniente se brindan oportunidades a todas las personas, esto promueve el caminar y andar en bicicleta, lo cual reduce las emisiones, ofreciendo modos de transporte sanos y activos. Al mismo tiempo, el transporte masivo puede llegar a más personas ayudando a reducir las emisiones de vehículos que contribuyen al calentamiento global y la contaminación atmosférica, mientras se disminuyen los tiempos de viaje. Estas soluciones diseñadas para la gente también benefician al planeta y al desarrollo económico.
Alentamos a los planificadores y los tomadores de decisiones a utilizar esta guía y cambiar la forma en que se diseñan y se planifican calles y ciudades. Nuestro enfoque en el WRI Ross Centro para Ciudades Sustentables es “Contarlo, Cambiarlo, Ampliarlo”. Las ciudades pueden emplear las prácticas descritas en esta guía en conjunto con información sobre el contexto local, para producir un cambio concreto, y luego ampliar estas soluciones para mejorar la seguridad vial y la calidad de vida.
Las ciudades más seguras mediante el diseño salvan vidas y ayudan a crear un ambiente urbano en el que todos pueden prosperar.
Presidente
Instituto de Recursos Mundiales (WRI)
Muchas ciudades del mundo pueden convertirse en lugares más seguros y sanos si se cambia el diseño de sus calles y barrios. Los lugares donde se han diseñado vías para facilitar, principal o exclusivamente, el tránsito de vehículos motorizados particulares, pueden transformarse en lugares significativamente más seguros para todos los usuarios. Para realizar este cambio, es necesario rediseñar las vías con el fin de atender de manera eficaz las necesidades de los peatones, ciclistas, usuarios del transporte público y quienes realizan otras actividades públicas.
Esto no sucede en muchas ciudades del mundo. Cada año se registran 1,24 millones de muertes por siniestros del tránsito y más del 90% de ellos ocu-rren en los países de ingresos bajos y medios (OMS 2013). Actualmente se calcula que las colisiones de tránsito ocupan la octava posición entre las principales causas de muerte en el mundo; si se mantienen las tendencias actuales, pasarán a la quinta posición para 2030. La mayoría de víctimas son usuarios vulnerables de la vía—peatones y ciclistas de países en desarrollo—generalmente atropellados por vehículos motorizados (OMS 2009).
Estas muertes pueden constituir una carga muy pesada para el desarrollo económico: representan el 3% del Producto Interno Bruto (PIB) en India e Indonesia, el 1,7% en México, el 1,2% en Brasil y el 1,1% en Turquía (OMS 2013). Casi la mitad de las muertes por siniestros de tránsito ocurre en las ciudades; un porcentaje aún mayor de las lesiones de tránsito graves ocurre en áreas urbanas y normalmente involucra a usuarios vulnerables de la vía (Dimitriou y Gakenheimer 2012; Comisión Europea 2013).
Este problema de salud pública mundial es impulsado por grandes factores subyacentes. En todo el mundo, y especialmente en lugares como Brasil, India, México, Turquía, China y otras economías emergentes, la compra de automóviles particulares y motocicletas crece a un ritmo acelerado. Ya existen más de mil millones de automóviles en el mundo y se prevé que para el año 2050 esta cifra alcance los 2.500 millones (Sousanis 2011). El porcentaje de la población mundial que vive en las ciudades aumentará de un 50% en el 2007 al 70% en el 2030 (UNICEF 2012). Además, se prevé que entre los años 2000 y 2020 la extensión de las superficies urbanas se duplique (Angel 2012). Existe una enorme demanda de viviendas nuevas y ampliación urbana con redes de vías y espacios públicos que conecten todo, la cual es impulsada por el crecimiento sustancial de la población y la economía.
Una respuesta común a estos problemas consiste en construir vías y diseñar comunidades en función de los automóviles. Sin embargo, esto apenas representa una solución a corto plazo que permite aliviar la congestión o mejorar solamente la seguridad de los conductores. Con el tiempo, respuesta estimula un mayor uso del automóvil, incrementa la necesidad de construir vías y en general causa más muertes por siniestros de tránsito (Leather et al. 2011).
Existe una alternativa. Las ciudades pueden dise-ñar vías y construir zonas más seguras y el hacerlo no solo implica levantar comunidades nuevas, sino también transformar barrios y vías existentes. Si se analizan las vías como una red integral y se toma en consideración la jerarquía de sus usuarios, es posible encontrar oportunidades no solo alrededor de los corredores clave de transporte público, sino también en las calles residenciales de la zona. Este enfoque hacia la seguridad vial —llamado Sistema Seguro— establece objetivos y trabaja con el fin de cambiar el entorno vial para reducir el número de muertes y lesiones (Bliss y Breen 2009).
A través de su iniciativa EMBARQ, el WRI Ross Centro para Ciudades Sostenibles, elaboró esta guía con el propósito de difundir ejemplos reales y técnicas basadas en evidencia que mejoran la seguridad vial a través del diseño de barrios y vías; haciendo hincapié en peatones, ciclistas y en el transporte masivo, los cuales reducen las velocidades y el uso innecesario del automóvil.
El capítulo 2 de esta guía muestra el panorama general de la seguridad vial en las ciudades, los diferentes grupos que se ven afectados por la inseguridad y lo que implica el hacer “Ciudades más seguras mediante el diseño”, urbano y vial, el cual mejora la seguridad de todos los usuarios de la vía.
En el resto de la guía—del capítulo 3 al 8—se describen las diferentes medidas y elementos que conforman los principios clave del diseño para promover la seguridad. Estos principios están compuestos por los temas descritos a continuación que pueden ser observados en diversas ciudades del mundo como ejemplos positivos.
Beijing (China)
Diseño urbano que reduzca la necesidad de desplazarse en automóvil y fomente velocidades de circulación más seguras
Desarrolle un uso mixto del suelo, cuadras más cortas, actividades en la planta baja de los edificios y establecimientos públicos cercanos, los cuales reducen la exposición a las colisiones viales gracias a un menor número de desplazamientos en automóvil.
Medellín (Colombia)
Medidas de tránsito calmado que reduzcan la velocidad vehicular o permitan cruces más seguros
Integre medidas comprobadas como reductores de velocidad, chicanas, estrechamientos de calzada, refugios peatonales, glorietas, calles compartidas y otras intervenciones viales que pueden fortalecer la seguridad vial de la ciudad.
Ciudad de México (México)
Corredores principales que garanticen condiciones más seguras para todos los usuarios
Mejore las vías arteriales y otras calles principales para garantizar la seguridad vial de peatones, ciclistas, del transporte masivo y conductores, a través de la reducción de distancias de cruce, semáforos con prioridad al paso peatonal, medianas y refugios peatonales, giros seguros y el equilibrio en el número de carriles. La uniformidad del diseño debe crear un entorno agradable para los usuarios de la vía, con un mínimo de incertidumbres, especialmente para los usuarios vulnerables de la vía.
Río de Janeiro (Brasil)
Red de infraestructura diseñada especialmente para la bicicleta
Diseñe vías accesibles que favorezcan el uso de bicicletas por medio de redes de carriles protegidos para ciclistas o carriles para bicicletas. Debe prestar especial atención a las intersecciones para reducir los conflictos entre ciclistas y automóviles cuando giran.
Estambul (Turquía)
Infraestructura para peatones y acceso a espacios públicos
Suministre espacios de calidad para los peatones a través de aceras y espacios en la vía, así como el acceso a parques, plazas, escuelas y a otros espacios públicos importantes. El diseño de estos espacios debe ser atractivo para los peatones.
Ahmedabad (India)
Acceso seguro a corredores, estaciones y paradas de transporte masivo
Mejore el acceso al transporte público, en parte, por medio de la eliminación de las barreras físicas y la creación de un entorno seguro para el transbordo.
La primera versión de esta guía, la Versión 1.0, permite poner a prueba los principios planteados a fin de trabajar con diseñadores, auditores, gerentes de proyectos, tomadores de decisiones y otras partes interesadas que estén directamente relacionadas con el diseño de comunidades. Durante este período de prueba aprenderemos a aplicar los contenidos de la guía en las ciudades, lo cual nos dará la oportunidad de examinar la guía para poder realizar las mejoras correspondientes.
El proceso de prueba comprenderá el uso de la guía en talleres, auditorías, inspecciones de seguridad vial y el tratamiento de “puntos negros” (también conocidos como puntos conflictivos o tramos de concentración de siniestros), así como su aplicación en proyectos en campo, en coordinación con las autoridades y los responsables de la planificación urbana. A medida que se lleva a cabo este proceso, el cual se pondrá en práctica en varios países y ciudades, se buscarán, no solo más ejemplos que permitan explicar cómo se aplican en el mundo real estas medidas basadas en la evidencia, sino también pruebas adicionales que procedan de diferentes partes del mundo; todo esto con el objetivo de comprender de una mejor manera cómo mejorar la seguridad vial mediante el diseño. Quienes deseen aportar sugerencias, ejemplos de prácticas adecuadas y evidencia, pueden comunicarse con el equipo del proyecto a través de nuestra dirección de correo electrónico: saferbydesign@wri.org.
En la guía, Ciudades más seguras mediante el diseño, se presenta un panorama del cómo algunas ciudades alrededor de mundo están diseñando comunidades y vías que maximicen la seguridad vial, la salud y promuevan una forma de desarrollo urbano más sostenible. La guía puede ser usada por diseñadores, promotores públicos y privados, ingenieros, expertos en salud pública, urbanistas, tomadores de decisiones y otros actores que trabajen en la planificación y ejecución de proyectos que comprenden el diseño de comunidades y vías.
La guía puede ser de utilidad en auditorías e inspecciones de seguridad vial. Las personas encargadas de la planificación y formulación de políticas también pueden usarla para informar sobre la selección e implementación de políticas y proyectos que mejoren la seguridad vial y la calidad de vida. Lo anterior incluye planes de movilidad urbana, desarrollo orientado al transporte, planes y reglamentos urbanos y planes de acción sobre seguridad vial peatonal para toda la ciudad.
En esta guía se presentan los lineamientos generales de la creación de soluciones efectivas y comprobadas que generen entornos urbanos seguros. No obstante, las ciudades y los países pueden ser muy diferentes en cuanto a su historia, cultura, diseño, desarrollo, políticas, procesos y muchos otros factores, por lo tanto, esta guía se centra en prácticas y elementos de planificación y diseño urbano que puedan ser aplicadas en diversas situaciones. Se recomienda tener en cuenta las soluciones y los criterios locales para adaptar, ajustar, medir y reproducir estas prácticas. La Versión 1.0 de la guía se someterá a un proceso de prueba que permitirá recopilar más información, y generar una versión posterior basada en este proceso.
En la guía se proporcionan diversas medidas y términos relacionados con seguridad vial. Las medidas se definen en el resumen de cada sección y los términos presentados a continuación aparecen a lo largo del documento.
Auditoría de seguridad vial. Es una evaluación cualitativa de las condiciones de seguridad vial de una calle o un proyecto de transporte que actualmente se encuentra en fase de diseño, realizada por un auditor con experiencia en seguridad vial. A diferencia de una inspección de seguridad vial, la auditoría evalúa los diseños y no solo la infraestructura.
Desarrollo orientado al transporte (DOT). Un tipo de desarrollo urbano que ubica construcciones residenciales, comerciales y de oficina, así como servicios públicos en la misma área, con el fin de potenciar al máximo el uso de transporte público. A menudo se incorporan principios del diseño para promover los desplazamientos a pie y el uso de la bicicleta. Normalmente un barrio orientado al transporte tiene como eje central una estación o parada de transporte público, rodeada de edificaciones con una densidad relativamente alta que por lo general se encuentran dentro de un radio de 400 a 800 metros.
Exposición. En el contexto de la seguridad vial, se refiere al estado de estar expuesto a un riesgo. Medir la exposición tiene como objetivo el indicar la probabilidad de que ciertos sectores de la población se vean implicados en colisiones, basados en determinada cantidad de tiempo, volumen o distancia. En el contexto de los modelos de colisiones, la exposición puede comprender el volumen total de tránsito de vehículos motorizados (kilómetros-vehículo recorridos o el tránsito diario promedio en un año) o la cantidad de desplazamientos de peatones y ciclistas.
Inspección de seguridad vial. Es una evaluación cualitativa de las condiciones de seguridad vial a lo largo de una vía existente, realizada por un auditor con experiencia en el tema. La inspección está basada en la pericia del auditor, las prácticas más idóneas y en estudios sistémicos. Esta puede ayudar a identificar problemas que no son evidentes en los datos sobre colisiones del área estudiada.
Modelos para medir la frecuencia de las colisiones. Llamados también “modelos de desempeño de seguridad” o “modelos de predicción de siniestros”, los modelos usados para medir la frecuencia de las colisiones se basan en análisis estadísticos realizados con el objetivo de predecir el desempeño de un lugar (una calle, un cruce o un barrio) en términos de seguridad vial, usando variables que tienen en cuenta la exposición al riesgo (volumen de tránsito y volumen de peatones) y los factores de riesgo (configuración geométrica de las intersecciones, control del tránsito por medio de semáforos, tamaño de las cuadras, etc.). A menudo estos modelos usan una distribución binomial negativa o una distribución de Poisson.
Tránsito calmado. Es la combinación de diseños viales y normas de tránsito que reducen deliberadamente la velocidad de los vehículos motorizados por medio del diseño e implementación de intervenciones en la infraestructura (reductores de velocidad, pasos peatonales elevados, chicanas) a fin de mejorar la seguridad de todos los usuarios de la vía, en particular de peatones y ciclistas.
Riesgo. En materia de seguridad vial el riesgo puede tener diferentes significados, puede referirse a una situación que implica la exposición al peligro, una lesión o una pérdida que implique factores como la percepción, la propensión y la recompensa (por ejemplo, de cruzar la calle más rápido al hacerlo a mitad de cuadra), y también puede referirse a una tasa de lesiones calculada al dividir el número de lesiones o colisiones entre la exposición o la población. Por último, puede referirse a la percepción de riesgo o la propensión a correr riesgos.
Semáforos con prioridad peatonal. Son semáforos que dan luz verde a los peatones unos segundos antes de permitir el tránsito automotor en la misma dirección. Al aumentar la visibilidad de los peatones se evitan conflictos entre peatones y vehículos que giran a la derecha.
Usuarios vulnerables de la vía. Término colectivo para el grupo de usuarios con altas tasas de lesiones o muerte, principalmente peatones, ciclistas y motociclistas. La vulnerabilidad se define de varias maneras, por el nivel de protección en la vía o por las capacidades del usuario (por ejemplo los jóvenes y personas de la tercera edad).
La seguridad vial tiene mucho que ver con la interacción entre las personas, el entorno vial y los vehículos, así como con la creación de calidad de vida en las ciudades.
En esta guía define al desarrollo urbano sostenible o desarrollo orientado al transporte como un entorno urbano construido que comprende un uso de suelo compacto y mixto, acceso a transporte masivo de alta calidad, y medidas para reducir la velocidad de tránsito y limitar la presencia de automóviles en áreas clave. Esto genera oportunidades para desplazarse a pie o en bicicleta en lugar de conducir para ir a la escuela y el trabajo, salir de compras, ir a un parque, al médico, visitar a la familia y los amigos, y otras actividades cotidianas. Según en el proyecto New Climate Economy estos lugares se caracterizan por ser conectados, compactos y coordinados (NCE 2014).
En la promoción del desarrollo urbano sostenible y la seguridad vial puede establecerse una relación sólida y positiva basada en dos temas clave en el ámbito de la seguridad: la exposición y el riesgo. Las prácticas relacionadas con el desarrollo urbano sostenible permiten: (a) reducir la exposición al evitar la necesidad de trasladarse en automóvil con lo que se evitan colisiones antes de haber empezado el viaje; y (b) disminuir el riesgo al fomentar velocidades vehiculares más seguras y dar prioridad a la seguridad vial de peatones y ciclistas.
Para aprovechar al máximo los beneficios que podrían recabarse en materia de seguridad vial por un lado se requiere una estrecha coordinación entre la planificación territorial y de transporte, y por el otro la ejecución de dichos planes, así como un constante análisis de datos, evaluaciones y mediciones de desempeño.
En este capítulo se explica el significado de Ciudades más seguras mediante el diseño, lo que incluye los siguientes aspectos:
¿Cuántas muertes a causa de siniestros de tránsito se registran en las principales ciudades del mundo? Aunque en el Informe sobre la situación mundial de la seguridad vial, la Organización Mundial de la Salud (OMS) presenta estadísticas de distintos países e información sobre la implementación de políticas y prácticas, no se han presentado datos estadísticos de ciudades de una forma consolidada a nivel mundial. El suministrar más información donde se comparen diferentes ciudades ubicadas en distintos lugares del planeta, puede ayudar a explicar de qué forma diferentes ciudades abordan la mejora de la seguridad vial y qué datos usan para lograrlo.
EMBARQ recopiló datos sobre casos notificados de fatalidades de tránsito registrados en ciudades de todo el mundo, estos datos provienen casi en su totalidad de instituciones públicas con un ámbito de acción en el país o la ciudad correspondiente (Welle y Li 2015). Al igual que con las cifras recopiladas de todo un país, pueden haber variaciones significativas en las cifras correspondientes a las ciudades en términos de falta de denuncias, seguimiento con hospitales, fiabilidad de los datos, entre otros. Es posible que algunas ciudades y países no hayan desarrollado un sistema, basado en las normas internacionales y contextos locales, que permita proporcionar un número exacto de muertes resultantes del tránsito. Por esta razón, es posible que se observe un mayor número de muertes por siniestros de tránsito en algunas de las ciudades que tienen muy buenas prácticas en cuanto a la recopilación y notificación de datos.
En términos generales, los datos de los países de mayores ingresos son más confiables, por lo que muchas de las ciudades fuera de las regiones más desarrolladas pueden tener tasas de mortalidad mucho mayores que las notificadas. Por ejemplo, la OMS calcula que posiblemente toda Etiopía tiene casi seis veces más muertes por siniestros de tránsito que las que son notificadas y que India quizá tiene casi dos veces más muertes que las notificadas (OMS 2013). De acuerdo con Li et al. (2006), la tasa de letalidad en Shanghái en el 2003 fue de 14,18 por cada 100.000 habitantes. Otras ciudades, como las de Brasil, pueden aparecer en las primeras posiciones del gráfico debido a que disponen de mejores sistemas de notificación de colisiones, aunque todavía tienen tasas de mortalidad muy altas.
Es evidente que se necesitan mejores prácticas de recopilación de datos sobre colisiones en las ciudades, así como investigaciones más profundas sobre lesiones. En una publicación de la OMS—titulada Sistemas de Datos: Manual de Seguridad Vial Para Decisores y Profesionales (2010)—se suministra más información sobre cómo mejorar estos sistemas. También es difícil comparar ciudades si no existe uniformidad en cuanto a la calidad de los datos y la notificación de casos, y cuando no existe una metodología generalmente aceptada que permita comparar las diferencias entre las distintas ciudades en cuanto a niveles de seguridad y preservar las diferencias en tamaño, función y morfología (Jost et al. 2009). De ampliarse los esfuerzos por analizar el estado de la seguridad vial en el contexto urbano, podrían hacerse más comparaciones entre ciudades usando estos múltiples factores y analizar los sistemas propios de cada ciudad.
Figura 1.1 | Muertes por siniestros de tránsito por cada 100.000 habitantes (casos notificados) en determinadas ciudades del mundo
Fuente: Nota técnica de EMBARQ (Welle y Li 2015).
Nota: La cifra real de muertes puede variar en algunas ciudades con deficiencias en los sistemas de notificación de colisiones.
El nivel de seguridad vial depende, en parte, de la manera en que las personas usan la ciudad y realizan sus actividades diarias. La seguridad vial afecta a varios sectores de la población entre los cuales hay algunos grupos clave que vale la pena considerar:
Los niños y adolescentes. Los siniestros viales son la principal causa de muerte de las personas entre 15 a 29 años, y la segunda causa de muerte entre niños y adolescentes de 5 a 14 años (OMS 2003). En Brasil, por ejemplo, 4.056 niños murieron en siniestros de tránsito entre 2008 y 2012. ¿Pueden los niños y adolescentes desplazarse a pie o en bicicleta para ir a la escuela, a los parques y a parques infantiles? ¿Pueden montar bicicleta en las calles urbanas?
Los marginados. Las personas provenientes de los sectores de menores recursos socioeconómicos tienen mayor probabilidad de verse implicadas en colisiones de tránsito y a menudo viven en áreas con infraestructura de baja calidad (OMS 2003). ¿Están las calles diseñadas para proteger a las personas de menores recursos socioeconómicos y ayudarlas a acceder a una movilidad ascendente sin que exista una amenaza desproporcionada de sufrir lesiones graves o morir?
Las personas de la tercera edad y los discapacitados. Los peatones y ciclistas de mayor edad pueden representar hasta un 45% de las muertes de peatones y hasta un 70% de las muertes de ciclistas (Oxley et al. 2004). ¿Pueden las personas de la tercera edad y los discapacitados desplazarse con seguridad? ¿Las normas y procesos relacionados con el diseño vial tienen en cuenta a estas personas?
Los hombres y las mujeres. Cuando se analiza la seguridad según el género, pueden haber diferentes niveles de seguridad real o percibida. Por una parte, los siniestros de tránsito son la principal causa de muerte de hombres jóvenes en el mundo, por la otra, se ha demostrado que hombres y mujeres perciben la seguridad vial de forma diferente (DeJoy 1992).
Los trabajadores. La mayoría de los trabajadores demoran entre 30 y 60 minutos o más desplazándose de la casa al trabajo y del trabajo a la casa. Durante ese período corren el riesgo de ser víctimas de siniestros de tránsito solo intentando ganarse la vida. ¿Las vías de la ciudad son seguras para los trabajadores, en particular para aquellos que deben recorrer largas distancias para llegar al trabajo?
Los consumidores. Diversas investigaciones han demostrado que existe un vínculo entre los siniestros de tránsito, con peatones u otros actores, y la ubicación de zonas urbanas destinadas al comercio minorista, es decir, los lugares donde las personas van a comprar ropa, alimentos y otros bienes de consumo masivo (Wedagamaa, Bird y Metcalfe 2006). ¿Pueden las personas, que salen de compras o a hacer diligencias, realizar sus actividades en un lugar seguro? ¿Pueden llegar a las zonas comerciales de manera segura?
Los ciudadanos. Aquellos que viven en centros urbanos densamente poblados necesitan espacio para realizar actividades cívicas y de enriquecimiento cultural pero pueden encontrarse con condiciones deficientes en cuanto a seguridad vial al tratar de acceder a parques, plazas, bibliotecas y eventos especiales. ¿Es la ciudad un espacio seguro para la recreación, la interacción, los eventos y las actividades recreativas?
Los visitantes. Los siniestros de tránsito son la principal causa de muerte de ciudadanos estadounidenses sanos que viajan al exterior. Es probable que lo mismo ocurra con turistas de otros países (ASIRT s.f.). ¿Pueden los turistas y personas que realizan sus viajes por negocios llegar sin ningún percance a sus destinos y encontrar el camino a sitios de interés y reuniones de trabajo?
Al observar más de cerca las ciudades se descubre que la seguridad vial y el diseño urbano van de la mano. Entre las ciudades más seguras del mundo, en materia de seguridad vial, se encuentran Estocolmo, Berlín, Hong Kong y Tokio (véase Figura 1.1). Estas y otras ciudades con bajos niveles de colisiones y muertes en vía comparten ciertas características.
Las ciudades más seguras tienden a contar con amplios sistemas de transporte masivo, buenas condiciones para caminar y montar bicicleta, un menor uso del automóvil para distancias cortas y velocidades más seguras, lo cual reduce el nivel de energía generado por el impacto de los vehículos motorizados. Los datos confirman que hay menos muertes en lugares donde hay menos kilómetros-vehículo recorridos y donde se promueve el transporte masivo y los desplazamientos a pie y en bicicleta, reduciendo de esta forma la exposición en general (Duduta, Adriazola e Hidalgo 2012). Estas ciudades también tienen planes globales de seguridad vial los cuales giran en torno a la reducción de la velocidad vehicular para que las vías sean seguras para los desplazamientos a pie y en bicicleta, y suministran una buena infraestructura para estos modos de transporte. Este enfoque se denomina “Sistemas seguros” (Bliss y Breen 2009).
En esta guía se presentan los Principios que pueden aplicarse para lograr entornos así de seguros. Estos principios pueden explicarse dentro de las siguientes categorías interconectadas, las cuales se han identificado en investigaciones sobre diseño urbano y vial.
Se ha demostrado que cuando se reconstruye una vía para promover condiciones más seguras, la introducción de autobuses de tránsito rápido (BRT por sus siglas en inglés) reduce el número de colisiones en vías urbanas, y además proporciona a los usuarios una experiencia dentro del vehículo más segura que la de los conductores (Duduta, Adriazola e Hidalgo 2012). A escala mundial, las investigaciones revelan que las ciudades con mayor índice de uso de transporte masivo tienen menos muertes a causa del tránsito (Litman 2014).
Estas consideraciones clave tomadas en conjunto, pueden reducir la necesidad de que un vehículo se exponga al tránsito, mientras disminuyen el riesgo de lesiones para todos, especialmente de peatones y ciclistas.
Las políticas públicas están empezando a incorporar estos principios para lograr ciudades más seguras. La Ley de Movilidad adoptada en Ciudad de México y las políticas recomendadas por el Consejo Europeo para la Seguridad Vial, no apuntan únicamente al tránsito motorizado, también establecen una jerarquía de prioridad modal que empieza con los peatones, luego los ciclistas, el transporte masivo y por último los automóviles, a fin de abordar inquietudes como la seguridad vial y la sostenibilidad (ETSC 2014).
Las ciudades del mundo con los mejores historiales de seguridad vial han incorporado un sólido diseño vial para peatones, ciclistas y el transporte masivo con el propósito de reducir aún más la exposición y el riesgo. Por ejemplo, en Gotemburgo, Suecia, se han adoptado exhaustivas medidas para calmar el tránsito y limitar el uso del automóvil; en esta ciudad el número de muertes por siniestros de tránsito se ha reducido significativamente en los últimos 25 años (Huzevka 2005).
Esto es particularmente importante si se toma en cuenta el gran número de peatones y ciclistas que transitan por las vías públicas. En la mayoría de las ciudades latinoamericanas solo los desplazamientos a pie representan alrededor del 30% de todos los desplazamientos (Hidalgo y Huizenga 2013) y las ciudades asiáticas tienen tasas históricamente altas de desplazamientos a pie, en bicicleta o en transporte masivo. Lamentablemente, la falta de seguridad al caminar y montar bicicleta quizá esté empujando a las personas hacia el uso del automóvil.
No obstante, las ciudades tienen la oportunidad de crear lugares seguros para todos los residentes y revertir la tendencia hacia un creciente número de muertes a causa del tránsito.
Los datos pueden ser de extraordinaria ayuda para aquellas ciudades que decidan crear un sistema vial más seguro y adoptar los Principios presentados en esta guía. Las ciudades que cuentan con sistemas de recopilación de datos sobre colisiones viales pueden examinar y analizar la información recopilada y darle diversos usos, por ejemplo, establecer los objetivos de las políticas públicas e identificar las vías y los lugares más peligrosos (conocidos como “puntos negros” o “puntos conflictivos”) y aprender a diseñar vías seguras.
Asimismo, las ciudades pueden adoptar un proceso que permita inspeccionar las zonas de alto riesgo y hacer los cambios que consideren pertinentes para que aplique un uso mixto al suelo. La ciudad de Nueva York por ejemplo, analizó los atropellos ocurridos en toda la ciudad y decidió aplicar cambios en el diseño vial de los corredores de alto riesgo (NYC DOT 2010). En Turquía, EMBARQ Turquía junto con cinco municipios, colaboró en la identificación de puntos negros y recomendó adoptar medidas para calmar el tránsito y otros cambios de diseño basados en inspecciones de seguridad vial.
La información recopilada puede usarse para demostrar empíricamente que es lo que hace a una ciudad más segura. Esto incluye mediciones antes y después de adoptar cambios en el diseño vial, y modelos de frecuencia de colisiones que comparan los diferentes diseños viales dentro de una ciudad.
Mejorar la seguridad vial en las ciudades depende no solo del análisis de datos, sino también de medir de manera eficaz los resultados de las diferentes intervenciones. Según el Banco Mundial, es esencial evaluar con regularidad las metas y programas de seguridad vial, y hacerles un seguimiento a fin de evaluar el desempeño; la evaluación y el seguimiento son elementos fundamentales del enfoque de un sistema seguro frente a la seguridad vial (Banco Mundial 2013).
Al evaluar el progreso de las políticas y los proyectos relacionados con la seguridad vial se deben considerar diversos factores. Tanto los encargados de la toma de decisiones, como los ingenieros y los planificadores responsables de procedimientos y medidas de seguridad vial como parte del diseño comunitario y vial, pueden considerar los siguientes indicadores clave para las tareas de seguimiento y evaluación.
Resultados finales en cuanto a seguridad vial. Entre estos resultados se encuentran las cifras de muertes y lesiones registradas por la policía, los hospitales, las autoridades sanitarias u otras fuentes en capacidad de suministrar esta información. Un indicador común es el número de muertes a causa del tránsito por cada 100.000 habitantes, que es ideal para comparar jurisdicciones o vigilar el progreso con el transcurso del tiempo. Una medición usada a menudo es conocida por sus siglas en inglés como KSI, “muertes o lesiones graves”.
Exposición. Kilómetros recorridos por modo, el volumen de tránsito por modo o el porcentaje de recorridos por modo incluyendo los trayectos largos de la casa al trabajo y viceversa.
Riesgo. Colisiones viales, muertes y lesiones por modo o por distancia recorrida por el pasajero. Las soluciones tradicionales de ingeniería a menudo se han centrado en reducir la frecuencia de las colisiones por los kilómetros recorridos por vehículo, lo cual puede generar un sesgo a favor de medidas que mejoren la seguridad vial de los ocupantes de los automóviles, por el contrario, las ciudades pueden tratar todos los modos de una manera equitativa y centrarse en los sitios particularmente propensos a producir muertes o lesiones graves.
Infraestructura y diseño. Incluye un número de soluciones de ingeniería en pro de la seguridad vial por sección de la red, características del diseño de comunidades que reducen la velocidad de circulación u ofrecen buenas condiciones para desplazarse a pie o en bicicleta, así como el volumen del transporte público, sus servicios y la velocidad promedio de los automóviles por tipo de vía.
Percepción. La percepción de la seguridad vial al desplazarse a pie y en bicicleta, el porcentaje de residentes que se sienten seguros al cruzar la calle y el porcentaje de residentes satisfechos con la infraestructura destinada a peatones, ciclistas y al transporte público.
Figura 1.2 | La relación entre seguridad vial del peatón y velocidad del vehículo al momento del impacto)
Nota: La figura anterior muestra la relación entre las muertes de peatones y la velocidad de impacto de vehículos publicada por la OCDE (2006). Algunos estudios recientes demuestran una relación similar pero cuentan el sesgo de la muestra para encontrar riesgos ligeramente más bajos de 40 a 50 km/h (Rosen & Sander 2009, Tefft 2011, Richards 2010, Hannawald y Kauer 2004). Sin embargo, no existen estudios de países de bajos y medianos ingresos donde factores como el tipo de vehículo, el tiempo de respuesta para emergencias y otras características puedan influir en esta relación. En cualquier caso, existen pruebas claras que respaldan las políticas y prácticas que exigen una reducción de la velocidad vehicular a 30 km/h donde los peatones normalmente están presentes, y no más de 50 km/h en las calles que no son separadas por nivel.
Cambiar el paradigma actual implica emprender un proceso que permita a las ciudades limitar el uso del automóvil y potenciar al máximo la seguridad vial de los usuarios de la vía. El marco de este enfoque puede ser el paradigma evitar-cambiar-mejorar (Dalkmann y Brannigan 2007). Este paradigma se creó como una manera de reducir las emisiones de dióxido de carbono asociadas al transporte, pero también puede adaptarse a la seguridad vial. De hecho, las ciudades pueden sacarle provecho a las sinergias existentes en las políticas que abordan tanto el cambio climático como la seguridad vial. En el campo de la seguridad vial, esto significa evitar recorridos innecesarios en automóvil, cambiarse a modos más seguros y menos amenazantes, y mejorar el entorno y las operaciones actuales a fin de que sean más seguros para todos los usuarios de la vía.
Evitar desplazamientos innecesarios para prevenir muertes y lesiones causadas por el tránsito creando un modelo urbano de desarrollo que sea compacto, transitable a pie, accesible por medio del transporte masivo y que aplique un uso mixto al suelo.
Cambiar la forma de desplazarse y dejar a un lado los trayectos en automóvil para adoptar modos más seguros o menos amenazantes, creando transporte público de alta calidad y un desarrollo urbano compacto que permita a las personas andar a pie y en bicicleta de manera segura.
Mejorar el diseño y la aplicación del desarrollo urbano para potenciar al máximo la seguridad de todos los desplazamientos, disminuyendo las velocidades vehiculares y protegiendo a peatones y ciclistas.
Existe un marco de configuración urbana que permite reducir el uso del automóvil y promover los desplazamientos a pie y en bicicleta: las “5D” (Ewing y Cervero 2010). Las cinco D corresponden a densidad, diversidad, diseño, destino y distancia. La densidad se refiere al número de unidades habitacionales o la cantidad de oficinas por hectárea, es decir, la densidad de construcción. La diversidad mide el uso mixto del suelo, basándose en la hipótesis de que es más probable que las personas se desplacen a pie en áreas donde hay tiendas, oficinas y viviendas, comparado con los barrios suburbanos que tienen un uso único del suelo. La tercera dimensión, el diseño, se refiere a la calidad del entorno peatonal, el número de árboles en la calle, la presencia de mobiliario urbano, etc. El destino se refiere a la capacidad o conveniencia de acceso a los diferentes destinos de un desplazamiento, como a los principales centros comerciales y centros laborales, partiendo de un punto de origen. Por último, la distancia, se refiere a la proximidad del transporte público para llegar a estos destinos. Según los resultados de este estudio, las personas tienden a caminar y usar más el transporte público y menos el automóvil en áreas con mejor infraestructura peatonal, es decir, aceras más amplias, más paradas de transporte público y una buena combinación de las características que definen las 5D.
EMBARQ México ha formulado directrices para promover las 5D y el desarrollo orientado al transporte en un manual elaborado para el contexto mexicano que puede aplicarse en otros países en desarrollo. En el manual se identifican los siguientes elementos clave para el desarrollo en general: (1) infraestructura segura y de calidad para la movilidad no motorizada; (2) transporte público de alta calidad; (3) espacios públicos activos y seguros; (4) uso mixto del suelo; (5) actividad dinámica en el espacio público; (6) control del automóvil y de los estacionamientos; y (7) seguridad y participación de la comunidad.
Figura 1.3 |La ubicación de las colisiones viales pueden analizarse usando “mapas de calor”
Este mapa de calor de Turquía, para el cual se usó el programa PTV Visum Safety, se hizo con el fin de identificar los corredores viales o barrios donde se podían aplicar medidas relativas al diseño y al cumplimiento de normas u otras acciones focalizadas con el fin de mejorar la seguridad vial. Estos mapas pueden identificar zonas donde ocurren atropellos o colisiones, áreas alrededor de escuelas y otros indicadores más específicos.
Cada dos años la ciudad de Copenhague elabora un informe sobre el uso de la bicicleta en la ciudad. Para el informe se miden diversos factores, desde el número de ciclistas en la ciudad hasta la opinión de los residentes sobre si el sentirse seguros los llevaría a desplazarse en bicicleta. Un aspecto clave del informe es que hace una distinción entre la seguridad real y la percibida. El informe indica que “la seguridad real se refiere al número de ciclistas implicados en el total de víctimas graves en Copenhague”. La percepción de seguridad se refiere a “la impresión subjetiva de la persona sobre qué tan seguro le parece andar en bicicleta” (City of Copenhagen 2010). De acuerdo con el informe, ambos factores son fundamentales en su esfuerzo por ser la mejor ciudad del mundo para desplazarse en bicicleta y usa estos y otros indicadores clave para hacer un seguimiento del uso de la bicicleta en la ciudad y evaluarlo de forma continua.
Ciudades como Minneapolis y más recientemente Bogotá, han introducido informes sobre el uso de la bicicleta para evaluar y medir el progreso de sus metas. Es posible desarrollar informes similares para evaluar los desplazamientos a pie y la seguridad del peatón, así como para evaluar el rediseño de las calles, como se hizo en el informe Measuring the Street de la ciudad de Nueva York.
Construir ciudades más seguras para los peatones y los ciclistas no solo implica mejorar las calles. El diseño urbano desempeña un papel importante al crear un entorno más seguro para los desplazamientos. Las ciudades pueden facilitar un desarrollo que permita incrementar el número de personas que se desplazan a pie, en bicicleta o en transporte masivo, mientras limita la cantidad de desplazamientos innecesarios en automóvil.
Un diseño urbano más seguro puede ayudar a reducir la velocidad de los vehículos motorizados y brindar a los peatones vías más seguras y fáciles de usar. Mientras más rápido circule un automóvil, le resultará más difícil a su conductor evitar atropellar a un peatón que se encuentre en su camino. Lo mismo ocurre cuando las cuadras son largas pues fomentan mayores velocidades vehiculares al poder desplazarse sin interrupciones; los automóviles pueden acelerar con mayor libertad y requieren más tiempo para detenerse. Las cuadras más cortas y calles más angostas permiten reducir la velocidad vehicular, generar condiciones que favorezcan el desplazarse a pie y reducir considerablemente las probabilidades de que ocurran muertes o lesiones de peatones. De acuerdo con algunas investigaciones, los modelos que usan cuadras pequeñas con intersecciones de cuatro ramales pueden ocasionar un mayor número de colisiones viales, pero esta configuración de calles más pequeñas se traduce en menos muertes y lesiones (Dumbaugh y Rae 2009).
La conectividad de la red vial, la cual mide qué tan directas son las rutas de peatones o automóviles, es un elemento clave para el diseño de comunidades. En una red vial más conectada los peatones y los ciclistas encuentran rutas más directas, mientras que las redes desconectadas, que tienen calles sin salida o cuadras muy largas, pueden desalentar los desplazamientos a pie o en bicicleta.
Las ciudades pueden fomentar el desarrollo de condiciones más seguras para todos los usuarios de la vía mediante una planificación que dé prioridad al transporte masivo, peatones y ciclistas.
Planes integrales o de largo alcance. Las ciudades pueden adoptar los principios identificados en este capítulo como parte de su planificación y de las normas que rigen la zonificación, incluyendo normas y expectativas claras y predecibles en cuanto a la seguridad vial de un entorno público de alta calidad, y una jerarquía que priorice a peatones, ciclistas y al transporte masivo.
Planes de zonas locales. Las ciudades pueden elaborar planes locales que sirvan de guía para el diseño comunitario y vial de algunos barrios en particular como áreas de estaciones de transporte, corredores viales que fomentan el desarrollo u otras áreas nuevas o existentes de desarrollo urbano.
Planes de transporte y movilidad. Los planes de transporte o movilidad de toda la ciudad pueden tener en cuenta las necesidades de todos los usuarios de las vías si se planifican y se establecen metas en cuanto a la seguridad vial de automóviles, redes ciclistas y peatonales, y servicios de transporte masivo (APA 2006). Estos también pueden establecer metas en cuanto al reparto modal deseado. Varias ciudades han creado sus propios planes específicos para bicicletas o peatones, los cuales pueden establecer una jerarquía en cuanto a los usuarios de la vía y hacer un mapa con las redes actuales y futuras para ciclistas y peatones. Estas pueden cruzar áreas como calles de barrios, vías arteriales, parques, senderos en corredores ferroviarios o costeros, bulevares, calles compartidas, calles solo para peatones y otros espacios públicos que pueden vincularse a una red conectada que permita hacer desplazamientos directos y seguros.
Plan estratégico de seguridad vial. Las ciudades pueden crear planes específicos para abordar la seguridad vial mediante un enfoque integral en el cual se plantee que la creación de un sistema seguro es responsabilidad de diseñadores y usuarios de las vía. Los planes pueden incluir metas ambiciosas para reducir el número de muertes y lesiones graves a causa del tránsito. Por ejemplo, Copenhague tiene su propio Plan de Seguridad Vial para la ciudad y la ciudad de Nueva York recientemente dio a conocer su Plan de Acción Visión Cero.
Guías sobre el diseño vial. Muchas ciudades crean sus propios planes maestros para peatones y ciclistas junto con un conjunto de lineamientos sobre el diseño vial adaptado al contexto local. En esta guía se muestra un panorama general de las diferentes herramientas que las ciudades pueden usar para diseñar ciudades más seguras; las cuales también pueden generar una guía específica en virtud de sus problemas, necesidades, oportunidades y fortalezas. Guías específicas como el Urban Street Design Manual de Abu Dabi o la Street Design Guide de la ciudad de Nueva York son ejemplos que suministran información detallada sobre varios temas desde el diseño básico de aceras hasta medidas de tránsito calmado, carriles para bicicletas y mobiliario urbano.
En este capítulo se describen elementos clave específicos de la configuración urbana que pueden resultar en una mayor seguridad vial, especialmente cuando se adoptan en conjunto:
Las cuadras más largas permiten que los vehículos motorizados circulen a mayor velocidad, lo que implica un mayor riesgo para los peatones.
Las cuadras largas no son seguras para los peatones. Por lo general solo tienen cruces peatonales en las intersecciones, por lo que indirectamente fomentan al peatón a cruzar a mitad de cuadra. Además, fomentan mayores velocidades por parte de los vehículos motorizados pues tienen menos intersecciones que interrumpan su recorrido. El tener más intersecciones implica tener más lugares donde los automóviles deban detenerse y los peatones pueden cruzar.
Nota: Tomando en cuenta un tiempo de reacción de 2 segundos y una velocidad de desaceleración de 3.4 m/s.
Figura 2.1 | Tamaño de las cuadras
Las cuadras más cortas en las zonas centrales de Shanghái fomentan una red vial que facilita el desplazamiento a pie, en contraposición con las enormes supercuadras en las cuales los vehículos pueden alcanzar mayores velocidades, lo que se traduce en cruces más peligrosos a mitad de cuadra por peatones.
La conectividad se refiere a la densidad de conexiones en una red vial y evalúa qué tan directas son. Una red con alta conectividad tiene muchas conexiones cortas, numerosas intersecciones y pocas calles sin salida. A medida que la conectividad aumenta se disminuye la distancia de los recorridos y se incrementan las opciones de ruta, lo que permite viajes más directos entre destinos y genera una mayor accesibilidad (Victoria Transport Policy Institute 2012). La conectividad afecta la necesidad de desplazarse de un lugar a otro y el atractivo de hacerlo a pie y en bicicleta.
Comparación de una zona con un radio de 800 metros —zona de captación a pie— en diferentes configuraciones de conectividad vial (red compacta frente a un suburbio extendido).
Figura 2.2 | Caso de conectividad
En Ciudad de México muchos barrios mantienen un diseño colonial con una red vial conectada, por lo que el caminar es más directo y conveniente.
El ancho de la calzada se refiere a la distancia entre los dos bordillos de la acera, en caso de que no existan bordillos, es el espacio entre borde y borde de la calzada. El ancho disponible para vehículos motorizados influye significativamente en la distancia de los pasos peatonales y en el espacio potencialmente disponible para otros usos, como carriles para bicicletas, carriles de estacionamiento o estrechamientos de la calzada con paisajismo. Esto no tiene relación con la distancia entre edificios o el derecho de paso público, incluyendo aceras y otras áreas no destinadas a los vehículos.
Ilustración que muestra los diferentes aspectos del ancho de la calle.
Los destinos o puntos de interés de los peatones por lo general son lugares que las personas encuentran útiles o interesantes, o bien, sitios donde se concentra el empleo, el comercio minorista y el ocio. Se recomienda crear redes de alta calidad, en particular entre destinos clave como zonas residenciales, escuelas, áreas comerciales, paradas de autobuses, estaciones de transporte público y lugares de trabajo.
Destinos y puntos de interés.
Figura 2.4 | Acceso a los destinos
En el barrio de Coyoacán, en Ciudad de México, cafés, tiendas y espacios públicos cercanos fomentan los desplazamientos a pie y reducen la necesidad de usar el automóvil.
La densidad de población hace referencia a los habitantes durante el día y la noche por kilómetro cuadrado (u otra unidad de área). Este concepto no está directamente vinculado a la seguridad vial pero puede complementar otros factores relacionados con el diseño. Ubicar a las personas a una distancia donde pueden caminar a los servicios, instalaciones públicas y el transporte masivo puede ayudar a reducir la necesidad de uso del automóvil.
Mayor densidad poblacional facilita la implantación de transporte masivo. Este a su vez, refuerza las oportunidades de desarrollo inmobiliario.
Figura 2.5 | Densidad de la población
Estación Shibuya. En Tokio se han establecido áreas de alta densidad residencial y comercial alrededor de estaciones de tren y otras estaciones de transporte masivo lo cual disminuye el uso del automóvil. Tokio tiene una de las tasas más bajas de muertes por siniestros de tránsito en el mundo.
Cuando los automóviles circulan a menor velocidad—especialmente cuando circulan a menos de 35 km/h—se reduce riesgo de fatalidades de una forma significativa (Rosen y Sander 2009). El generar calles más seguras cuando hay automóviles implica equilibrar la tensión inherente que existe entre la velocidad vehicular y la seguridad vial de peatones, ciclistas y ocupantes de los automóviles (Dumbaugh y Li 2011).
Se ha determinado que diversas intervenciones relacionadas con el diseño vial reducen la velocidad vehicular y mejoran la seguridad vial. La mayoría de acciones conocidas como medidas para “calmar el tránsito” también permiten mejorar la estética visual de las calles (Bunn et al. 2003).
Las medidas presentadas en este capítulo implican una alteración del trazado o de la geometría de las vías realizado con el fin de desacelerar el tránsito de manera activa o pasiva. Estas medidas pueden traducirse en conductores más atentos, menores velocidades vehiculares, menor número de colisiones, mejores condiciones para montar en bicicleta y mayor tendencia a ceder el paso a peatones. También se ha demostrado que estas intervenciones mejoran la seguridad vial en las ciudades en desarrollo como Pekín (Changcheng et al. 2010). Estas medidas son particularmente importantes en los alrededores de zonas comerciales, escuelas, parques y áreas recreativas, lugares de culto, y centros comunitarios, y pueden aplicarse como una cadena de medidas conocidas como zonas extendidas de tránsito calmado.
El tránsito calmado puede complementar otras medidas, consideradas en esta guía, relacionadas con vías arteriales, condiciones para el desplazamiento a pie y en bicicleta, y el diseño de comunidades. Por ejemplo, menores velocidades vehiculares pueden generar diversas oportunidades vinculadas al diseño como calles compartidas, plazas en calzada, aceras más amplias, carriles para bicicletas, entre otros. Se destaca también que diseñar en función de los peatones y ciclistas crea oportunidades para reducir las velocidades vehiculares.
Entre las medidas de tránsito calmado presentadas en este capítulo se encuentran:
Los reductores de velocidad son elevaciones de la calzada que permiten reducir la velocidad vehicular a una cifra determinada (dependiendo de su altura y longitud). A menudo se diseñan como parte de un círculo, un trapecio o una curva sinusoidal. Pueden diseñarse apuntando a una velocidad de tránsito determinada y no se limitan a calles poco transitadas. Lo ideal es que permitan a los automóviles desplazarse a una velocidad prevista de forma constante lo largo de una vía, y no que los automóviles estén desacelerando y acelerando antes y después de cada reductor.
Figura 3.1.1 | Reductores de velocidad
Un reductor de velocidad en Ciudad de México desacelera el tránsito de una zona escolar.
Figura 3.1.2 | Los reductores de velocidad pueden ser diseñados para diferentes velocidades
Los reductores de velocidad tipo cojín son utilizados para desacelerar el tránsito, son reductores de velocidad más angostos ubicados a lo ancho de la calzada con espacio entre ellos. De esta manera, los automóviles se ven obligados a desacelerar pero los vehículos más grandes—como los autobuses o las ambulancias— pueden pasarlos sin problema pues no obstaculizan su paso.
Los reductores de velocidad tipo cojín permiten el paso de los vehículos de eje ancho como los autobuses sin incomodar a los pasajeros.
Figura 3.2 | Reductores de velocidad tipo cojín
Resalto tipo cojín en París, Francia desacelera el tránsito antes de una intersección, lo cual se brinda mayor protección a los peatones.
Las chicanas son carriles curvos artificiales creadas para desacelerar el tránsito. El ancho de la calzada se reduce, a un lado o en ambos lados, siguiendo un patrón escalonado que no permite a los conductores manejar en línea recta con lo que se reduce la velocidad del tránsito en calles de uno o dos carriles.
Figura 3.3 | Chicanas
Una chicana en Estambul, Turquía crea una calle más segura al escalonar el espacio para estacionar los automóviles a cada lado de la calle, y permite agregar vegetación para mejorar la estética.
Los estrechamientos de calzada (chokers) recortan el ancho de una calle al ampliar las aceras o colocar tramos con vegetación, lo cual crea un punto de restricción a lo largo de la calle. De esta manera se reduce el ancho de la calzada, la velocidad de los vehículos y la distancia de paso peatonal.
Figura 3.4 | Estrechamientos de calzada
Los estrechamientos de calzada en Londres solo dejan un carril de circulación para los conductores, por lo cual deben reducir la velocidad. Estos tienden a ser más amplios que en las intersecciones; normalmente tienen como objetivo desacelerar el tránsito más que reducir la distancia del paso peatonal.
Las extensiones de acera usualmente son usadas en intersecciones y permiten visibilizar mejor a los peatones y reducir la distancia del cruce peatonal. El expandir la acera para ocupar el carril adyacente al tránsito (normalmente un carril de estacionamiento), ya sea en una esquina o a mitad de cuadra, puede reducir la velocidad de los vehículos que giran en la esquinas y brindar protección a los peatones.
Figura 3.5 | Extensiones de acera
Una extensión de acera en una calle de un solo sentido en Joinville, Santa Catarina (Brasil), acorta la distancia del paso peatonal, crea infraestructura con vegetación que permite la captura de las aguas pluviales y embellece la calle.
Los pasos elevados son elevaciones de calzada que reducen la velocidad vehicular en puntos donde cruzan los peatones, ya sea en una intersección o a mitad de cuadra. En las intersecciones elevadas la calzada se nivela con la altura acera circundante y se construyen rampas como acceso a la zona elevada. Las intersecciones elevadas pueden combinarse con extensiones de acera, así como bolardos en el bordillo, para separar a los peatones de los vehículos.
Figura 3.6 | Pasos elevados
Un cruce elevado en Bogotá ayuda a dar prioridad a los peatones y los protege de los vehículos que giran hacia una vía arterial. Este tipo de medida es útil en las intersecciones de arterias y calles locales, y puede combinarse con carriles para bicicletas.
Las mini-glorietas son islas centrales que usualmente tienen forma circular y se encuentran en el medio de una intersección. Por lo general, los automóviles que entran a la mini-glorieta deben cambiar de dirección y velocidad para evitar la isla central, lo cual crea un flujo circular en una dirección. En la mayoría de los casos, las mini-glorietas reemplazan los semáforos que regulan el flujo vial en otras intersecciones.
Figura 3.7 | Mini-Glorietas
Una mini-glorieta ubicada en Hipódromo, un barrio de Ciudad de México, disminuye la velocidad del tránsito, da espacio para la vegetación y reduce el número de puntos de conflicto al eliminar los giros a la izquierda.
Las glorietas reducen el número de puntos de conflicto en intersecciones de cuatro ramales y desaceleran el tránsito. Una glorieta es una intersección vial con tránsito circundante. El tránsito que pasa por la intersección gira hacia la izquierda (en países donde se conduce a la derecha) alrededor de una isla de tránsito circundante ubicada en el centro.
Figura 3.8 | Glorietas
Una glorieta en Copenhague, Dinamarca incluye un ciclo-carril.
Las vías arteriales son el lugar donde ocurren más colisiones graves entre automóviles y peatones a consecuencia del volumen de usuarios y la velocidad vehicular que suele ser alta. Estas vías con frecuencia son diseñadas más en función de los vehículos motorizados que en función de peatones y ciclistas. Las altas velocidades reportadas en las vías arteriales exacerban la severidad de las lesiones en este tipo de vías.
Al momento de adoptar diseños más seguros en calles de tránsito mixto —vehículos motorizados, peatones y ciclistas— es necesario considerar a todos los usuarios de la vía . En países como Estados Unidos y México se ha usado el concepto de “calles completas” para referirse a calles que, gracias a una visión holística, son más seguras para todos. Este concepto se basa en el principio del uso compartido del espacio público, y se centra en un acceso seguro, un paisaje urbano atractivo y la movilidad efectiva de todos los usuarios de la vía, incluyendo peatones, ciclistas y conductores de diversas edades, géneros y capacidades.
Las calles completas dan prioridad al transporte activo para facilitar el cruce de la calle, caminar para ir de compras y el uso en bicicleta. Sus Principios giran en torno a redes viales eficaces y soluciones que tienen en cuenta a el contexto, de manera que los autobuses transiten a tiempo y sea seguro caminar a estaciones de transporte público. En las calles completas se coordinan todos los elementos de las vía—infraestructura, pavimento, mobiliario urbano, señalización, alumbrado, árboles y vegetación—para usar, aprovechar y entender la esfera pública.
Independientemente de la variedad de tipologías viales que pueden existir en una ciudad, las calles completas tienen como objetivo ofrecer el número máximo de alternativas de transporte seguro para una amplia gama de usuarios, buscando equilibrio en cuanto a sus niveles de servicio. Con tal fin, el diseño de las calles debe ofrecer:
Las condiciones pueden empeorar en países de bajos y medianos ingresos donde la señalización y el diseño de cruces no siempre considera al peatón y al ciclista, donde hacen falta elementos como refugios peatonales, donde no se contemplan los giros viales, donde el diseño vial permite altas velocidades y donde las marcas viales pueden ser irregulares o confusas.
Existen algunas consideraciones fundamentales para vías arteriales y corredores con alto volumen vehicular que pueden afectar a la seguridad vial. Estas incluyen el diseño de intersecciones que tiene en cuenta el movimiento de peatones, el uso de medianas y refugios peatonales, y el equilibrio en el número de carriles, es decir, que una vía no tenga dos carriles antes de la intersección y tres carriles después. También es importante considerar la señalización y el diseño de las intersecciones para reducir la distancia de cruce.
En nuevos proyectos de desarrollo es posible limitar el número de vías arteriales y verificar que estén diseñadas para ofrecer condiciones más seguras y prioridad a peatones y ciclistas. Mientras que las vías arteriales ya existentes usualmente pueden reorientarse para conseguir un movimiento más eficaz del transporte masivo, de peatones y ciclistas.
Se recomienda considerar las necesidades de todos los usuarios de la vía en lugares donde se mezcla el tránsito de automóviles, peatones y bicicletas. En este capítulo se abordan las siguientes consideraciones básicas relacionadas con vías arteriales e intersecciones:
Las vías arteriales por lo general tienen más carriles, mayor velocidad vehicular que las calles locales y residenciales, y semáforos en la mayoría de sus intersecciones. Se conside-ran vías arteriales a aquellas vías amplias y estrechas que tienen un alto volumen de tránsito. En ellas a menudo hay rutas de transporte público, comercios minoristas y muchos peatones y ciclistas. Un factor clave para lograr las metas de movilidad para todos los usuarios de las vías urbanas es priorizar la seguridad y la comodidad de peatones, ciclistas y usuarios del transporte público.
Vía arterial con mediana central, giro restringido a la izquierda y carril exclusivo para autobuses.
Figura 4.1 | Vías arteriales
Avenida Ing. Eduardo Molina en la Ciudad de México—una vía arterial con carriles segregados para buses, ciclo-carriles protegidos, aceras reconstruidas y una mediana con vegetación en algunos trechos—su diseño permite acomodar transporte masivo, tránsito vehicular mixto, bicicletas y peatones.
Las intersecciones multimodales tienen tránsito de peatones, bicicletas, automóviles, autobuses, camiones y, en algunos casos, trenes. Los diversos usos de las intersecciones implican mucha actividad y espacio compartido. Los cruces deben ser directos y tan cortos como sea posible para que los peatones lleguen seguros al otro lado de la calle. La meta es minimizar la exposición para los peatones y proporcionarles un área marcada más segura para cuando estén expuestos al tránsito vial.
Vía arterial con mediana, vueltas izquierdas prohibidas y un carril segregado para transporte público.
Figura 4.2 | Pasos peatonales
Extender las banquetas en las intersecciones y refugios (medianas) disminuye la distancia de cruce y, por ende, la exposición de los peatones al tránsito vehicular. (Revisar formato de letra, debe ir igual que los otros subtítulos)
EVIDENCIA
Figura 4.2.2 | Diseños de cruces crean pasos más cortos y directos
Las medianas son barreras ubicadas en la parte central de las vías que separan diferentes carriles y sentidos de la vía. El ancho y el diseño de las medianas puede variar enormemente y es posible encontrar desde estrechos bordillos de concreto hasta paseos bordeados de árboles y bulevares ajardinados.
Mediana con espacio para peatones en una vía de cuatro carriles; diseño aplicable a vías de dos carriles.
Figura 4.3 | Medianas
Una mediana central con árboles en Adís Abeba permite tener algo de vegetación en la calle, ayuda a prevenir conflictos entre los vehículos y proporciona un espacio exclusivo para peatones en los cruces peatonales. El área exclusiva para peatones debe estar al nivel de la calzada para que los peatones se sientan más cómodos y puedan tener acceso al espacio con mayor facilidad.
Los refugios peatonales son medianas cortas que se usan para proporcionar un espacio seguro a los peatones en los cruces. Las medianas, refugios peatonales o islas peatonales están ubicados en medio de la calle y son de uso exclusivo de los peatones que cruzan a mitad de cuadra o en intersecciones.
Refugio peatonal sin mediana continua.
Figura 4.4 | Refugios peatonales
En esta calle de París una isla brinda a los peatones un lugar seguro para esperar el paso. Los refugios peatonales pueden ser usados en intersecciones con o sin semáforos, así como a mitad de cuadra.
El control del tránsito por medio de los semáforos en las intersecciones permite separar los diferentes flujos vehiculares y puede mejorar la seguridad vial de conductores y peatones en las intersecciones. Los semáforos pueden estar controlados por tiempo (con un cambio de fase después de un tiempo determinado, independientemente del volumen de tránsito) o pueden ser accionados por conductores, ciclistas o peatones. Estos pueden incluir fases especiales para peatones y ciclistas.
Semáforos en intersecciones.
Figura 4.5 | Semaforización
Este semáforo, en Washington, D.C., prioriza al peatón. La luz verde de paso peatonal empieza 3 segundos o más antes de que se permita el paso a los vehículos.
Para evitar conflictos de tránsito en una intersección, debe haber un equilibrio en el número de carriles que entran y salen de la intersección. Existe un desequilibrio cuando el número de carriles que entra en una intersección, en cualquiera de sus accesos o giros, es mayor al número de carriles que sale de la intersección siguiendo el mismo movimiento (es decir, si se sigue derecho, se gira a la izquierda, etc.).
Ejemplo: El desequilibrio en el número de carriles (abajo) puede resolverse a través de la eliminación de carriles en un acceso o con la creación de carriles exclusivos para girar (arriba).
Figura 4.6 | Equilibrio en el número de carriles
En esta calle de la ciudad de Nueva York el número y simetría de los carriles están alineados antes y después de la intersección.
La creciente flota de motocicletas y el significativo aumento de muertes por colisiones en las que están implicadas motocicletas, constituyen retos apremiantes que enfrentan muchas ciudades del mundo. Durante la primera década del siglo XXI las muertes en motocicleta se triplicaron en América Latina, el problema es particularmente evidente en lugares como Brasil y Colombia (Rodrigues et al. 2013). En Malasia—donde las motocicletas representan aproximadamente la mitad del parque automotor—de las casi 7.000 muertes por accidentes de tránsito que se registran anualmente, el 59% involucran vehículos de dos o tres ruedas. Se observan tendencias similares en India, Vietnam, Indonesia y otros países de todo el mundo.
El comportamiento de los motociclistas es un problema que, cuando se modifica, puede reducir el número de muertes a causa del tránsito, especialmente a través de normativas y campañas que fomenten el uso del casco, la educación de los conductores y la concesión de licencias (Passmore et al. 2010). Considerando que en esta guía se presentan Principios que pueden ayudar a solucionar problemas vinculados a la seguridad vial, ¿existen entonces consideraciones específicas de infraestructura cuando hablamos de motocicletas? Es necesario hacer más investigaciones y prestar más atención a soluciones de diseño que aborden la seguridad vial de los motociclistas. También es importante entender el cómo las motocicletas influyen en otros modos como en transporte masivo y el uso de la bicicleta. Aunque existen pocas investigaciones, a continuación se presenta un panorama con algunos temas relacionados con infraestructura y movilidad.
Diseño de vías en función de la seguridad de los motociclistas
Cierta infraestructura ha demostrado ser eficaz en la reducción de colisiones de motocicletas, como el uso de carriles exclusivos para motocicletas en vías principales de ciertas ciudades de Malasia; práctica que se ha repetido en Indonesia y Filipinas (Radin Umar 1996; Radin Umar, Mackay y Hills 1995; Sohadi et al. 2000). Todavía no se sabe si es apropiado adoptar estos carriles exclusivos en otro tipo de calles o en otras ciudades. En Barranquilla, Colombia se crearon algunos carriles exclusivos, pero hay poca evidencia sobre su efecto. En São Paulo los resultados de la adopción de carriles exclusivos se han descrito como mediocres, aunque sí se observó una reducción en el número de colisiones al prohibir que las motocicletas circularan en los carriles centrales de una autopista principal (Vasconcellos 2013). En Londres se permitió que los motociclistas usaran los carriles para autobuses; el número de colisiones se elevó en una primera prueba, pero no aumentó significativamente después de la segunda prueba (York y Hopkins 2011).
Las investigaciones parecen indicar que las medidas que mejoran la seguridad vial de todos los usuarios de las vías también aplican para motociclistas, como reducir la velocidad vehicular a través de medidas que desaceleren y limiten el tránsito vehicular. Las motocicletas se caracterizan por conducir en zigzag, entre y alrededor de los automóviles, moviéndose a altas velocidades de forma impredecible y peligrosa. De acuerdo con un estudio realizado en Malasia, existe una relación entre el aumento de la velocidad de aproximación a las intersecciones con semáforos y el número de colisiones de motocicletas. Además, se registra un mayor número de colisiones de motocicletas en intersecciones con semáforos ubicadas en zonas comerciales (Harnen et al. 2004). El reducir la velocidad de todos los vehículos a niveles más seguros antes de llegar a las intersecciones con semáforos—en particular las que quedan en zonas comerciales—puede tener un efecto significativo en la seguridad vial de los motociclistas.
Abordar el tema más amplio de la movilidad urbana
En ciudades donde el transporte público es muy deficiente, inaccesible o inexistente, muchos prefieren trasladarse de un punto a otro en motocicletas. En Hanói, por ejemplo, un estudio reveló que las oportunidades laborales son menos accesibles en transporte público que en motocicleta o automóvil, lo cual explica por qué a los hanoienses les “gusta” usar motocicletas en vez del transporte público (Nguyen et al. 2013). En Brasil muchos usan motocicletas en lugar del transporte masivo por la deficiente calidad del transporte público local o por los bajos costos de desplazarse en motocicleta, los costos operativos de usar una motocicleta para transportarse son 25% menores que las tarifas de los autobuses (Vasconcellos 2013). Asimismo, dos terceras partes de los motociclistas encuestados para un estudio de EMBARQ India en Pune (India) dijeron que antes de usar motocicleta eran usuarios del transporte público (Pai et al. 2014). Este mismo estudio demostró que los motociclistas se desplazarían en transporte público si este fuera más fiable, cómodo, frecuente y limpio.
De igual manera, como muchos de los desplazamientos urbanos son cortos, los residentes urbanos podrían contar con más alternativas para movilizarse si se les ofreciera una infraestructura más segura para desplazarse a pie y en bicicleta. La orientación brindada en este informe puede ayudar a alcanzar este objetivo pero se necesita investigar aun más para determinar exactamente cómo se podría abordar la seguridad vial de los motociclistas en términos de infraestructura y movilidad.
En una ciudad casi todos los desplazamientos empiezan y terminan a pie, pese a ello, a menudo los peatones no son tomados en cuenta al momento de planificar el transporte urbano.
Los informes de la OMS revelan que todos los años más de 270.000 peatones pierden la vida en las vías de todo el mundo (WHO 2013). Los peatones corren mayor riesgo en las zonas urbanas, en parte, debido a la gran cantidad de actividad peatonal y vehicular que se registra y se concentra en algunas zonas las ciudades (Zegeer y Bushell 2012). Esto es particularmente cierto en países en desarrollo donde el proceso de urbanización se está acelerando, por ejemplo en los países donde la flota de automóviles está creciendo con rapidez, la creciente demanda de estacionamiento ha llevado a una situación en la que los conductores se apropian de las aceras para estacionarse y la conversión del espacio público a estacionamientos empuja a los peatones a caminar por la calle. En muchas ciudades el mantenimiento de las aceras es escaso o nulo, en India por ejemplo, las estadísticas indican que los peatones representan más del 40% de las muertes resultantes del tránsito en zonas metropolitanas como Nueva Delhi, Bangalore y Calcuta (Leather et al. 2011).
Cualquier plan para mejorar la seguridad vial tiene que abordar la seguridad peatonal. Por ejemplo, el Consejo Europeo para la Seguridad Vial recomienda establecer políticas en las cuales se establezca una priorización de modos y usuarios de la vía, en particular en entornos urbanos. La jerarquía basada en la seguridad vial, la vulnerabilidad y la sostenibilidad pone a los peatones en el primer lugar seguidos por los ciclistas y el transporte público (ETSC 2014; Páez y Méndez 2014).
El caminar tiene grandes beneficios para la salud y el medio ambiente, reduce la incidencia de enfermedades no transmisibles y es una forma de transportarse prácticamente libre de emisiones de carbono. Además, los peatones apoyan al comercio minorista que se encuentra en la calle. En este capítulo se presentan lineamientos básicos sobre cómo deben diseñarse las calles y los espacios públicos para fomentar un entorno más seguro para los peatones. Se abordarán los siguientes temas:
EMBARQ realizó encuestas entre 2010 y 2011 sobre las condiciones urbanas en el área de influencia de cuatro futuros corredores BRT en cuatro ciudades del mundo. A pesar que los resultados podrían haber sido muy diferentes debido a las particulares características regionales y temas locales, los resultados fueron consistentes. Muy pocos residentes se sentían seguros en las calles de las ciudades o se consideraban satisfechos con las condiciones de las aceras (Figura 1.5).
Proveer seguridad a la comunidad mediante desarrollo orientado al transporte alrededor de estos corredores en una forma que puede mejorar la percepción de seguridad y de infraestructura para los peatones.
Una acera es la porción de la calle, entre el bordillo y las edificaciones, que es destinada a los peatones. En una acera bien dotada coexisten los peatones, el mobiliario urbano y los elementos de paisajismo, incluyendo postes de alumbrado público, semáforos, hidrantes, bancas, buzones de correo, máquinas expendedoras de periódicos, parquímetros, botes de basura, etc.
Un aspecto básico de las aceras es que proporcionan un área reservada para peatones, sin automóviles estacionados.
Figura 5.1.1 | Ejemplo de aceras seguras
Fotos antes y después de una acera en São Paulo que fue reconstruida para eliminar los desniveles y para mejorar el acceso, la continuidad y su imagen. El cambio formó parte del proyecto Calçadas Verdes e Acessíveis (Aceras verdes y accesibles).
Figura 5.1.2 | Aceras más seguras
Una acera en Ciudad de México brinda las comodidades básicas de un lugar nivelado, separado de la calle y árboles, y es diseñado para impedir que los vehículos se apoderen de este espacio público.
Cuadro 5.1 | Ancho de las aceras para diferentes capacidades peatonales
Capacidad de personas por hora | ||
---|---|---|
Todos en una dirección | En ambas direcciones | Ancho mínimo de acera (metros) |
1220 | 800 | 1.50 |
2400 | 1600 | 2.00 |
3600 | 2400 | 2.50 |
4800 | 3200 | 3.00 |
6000 | 400 | 4.00 |
Fuente: UNEP (2013), CSE (2009).
Las calles compartidas, también llamadas “calles de prioridad peatonal,” “zonas de hogar” o conocidas por el término holandés woonerf (“calles vivas”), son lugares compartidos por todos los usuarios de la vía y diseñados para fomentar la seguridad vial. Su diseño tiene como objetivo desacelerar significativamente el tránsito mediante el uso del pavimento en ladrillo, macetas y curvas, a fin de dar prioridad a peatones frente a conductores y sensibilizar a todos los usuarios.
Figura 5.2 | Calles compartidas
Las calles de las favelas de Río de Janeiro a menudo funcionan como calles compartidas aunque pueden carecer de algunos de los mecanismos de tránsito calmado que se encuentran en las calles compartidas tradicionales, estos mecanismos pueden implantarse cuando las calles son remodeladas. De acuerdo con una investigación hecha por EMBARQ, los residentes de la zona se sienten más protegidos de los vehículos en estas calles que en la ciudad formal.
Las calles peatonales, también denominadas “centros comerciales peatonales” o “zonas libres de automóviles", son reservadas exclusivamente para el uso de los peatones. En estas calles y zonas se prohíbe todo tipo de tránsito vehicular, salvo los camiones de entrega, que deben transitar durante la noche u otro período específico del día, y los vehículos de emergencia.
Figura 5.3 | Calles y zonas peatonales
Una calle peatonal en Esmirna (Turquía) brinda un lugar seguro al aire libre para hacer compras lejos de la circulación de vehículos.
Las zonas alrededor de parques (en particular de parques infantiles), las escuelas y los centros comunitarios requieren de especial atención en cuanto a la seguridad peatonal. Los niños son más vulnerables a las colisiones viales que los adultos ya que sus actividades y movimientos son más impredecibles.
Figura 5.4 | Lugares seguros para aprender y jugar
Esta calle angosta en una zona escolar de Seúl tiene señalización clara en el pavimento (dice “zona escolar—disminuya la velocidad—30 km/h”) y vallas protectoras en las aceras, lo cual crea un entorno seguro para los niños que se dirigen a la escuela caminando. Fuente: Seúl Seocho District Office.
Las ciclovías recreativas son calles abiertas temporalmente para el uso exclusivo de las personas que montan bicicleta, patinan, caminan, trotan o realizan otras actividades. Las ciclovías recreativas son una iniciativa prometedora que permite abordar la preocupación mundial por la falta de actividad física y proporcionar espacios recreativos y seguros durante los fines de semana.
Figura 5.5 | Ciclovías recreativas
Como parte del Día Raahgiri en Gurgaon (India) los participantes juegan baloncesto en una calle cerrada a automóviles.
Las plazas en calzada —también denominadas “plazas peatonales” o “parques de bolsillo”—son pequeñas zonas de las vías o de la ciudad que, al haber sido abandonadas o ser residuales, se convierten en espacios públicos.
Plaza en calzada en México.
Figura 5.6.1 | Plazas en calzada
Una plaza en calzada en Coyoacán, Ciudad de México, crea espacio público para las personas, ayuda a calmar el tránsito y reduce la distancia del paso peatonal.
Figura 5.6.2 | Plazas en calzada
Una variante de la plaza en calzada es el parklet, término usado en Estados Unidos y Brasil. Un parklet une medidas para calmar el tránsito al tomar elementos de el estrechamiento de la calzada y la extensión de la acera, e incentiva la mejora del espacio público. En la fotografía se observa un parklet en São Paulo, para su construcción, que se hizo a nivel de la acera, se eliminaron espacios de estacionamiento y se instalaron bancas y plantas.
Las calles constituyen aproximadamente el 25% de superficie terrestre de la ciudad y pese a ello, aparte de los parques, existen pocos lugares donde sentarse, descansar, socializar y disfrutar de la vida pública. Para mejorar la calidad de vida de los neoyorquinos, el Departamento de Transporte de la ciudad genera más espacios públicos abiertos por medio de la recuperación de espacios subutilizados en las calles y su transformación en plazas en calzada.
Además de la plaza que se muestra en esta página, existen 26 plazas en fase de planificación, diseño o construcción. Se prevén tres plazas adicionales por año. Times Square, la plaza en la calzada más renombrada de la ciudad, está mejorando la calidad de vida y la seguridad de neoyorquinos y turistas, por esta razón, las autoridades de la ciudad decidieron darle carácter permanente a las mejoras hechas en este espacio público que fue parte de un programa piloto emprendido en el verano del 2009 por un período de seis meses.
El diseño vial debe prestar especial atención a los ciclistas dado que están entre los usuarios más vulnerables de la vía en cuanto a muertes y lesiones en siniestros de tránsito. El aumento de la seguridad vial resulta en aumento del uso de la bicicleta, lo cual genera grandes beneficios para la salud y el medio ambiente.
En muchas ciudades del mundo los desplazamientos en bicicleta son el principal medio de transporte. En el pasado, las ciudades de Asia se destacaban por el alto uso de bicicleta. Sin embargo, en países como China, la tendencia es decreciente. Mientras tanto, en Estados Unidos y Europa el uso de bicicleta está creciendo. Diversas investigaciones han revelado que las ciudades de Estados Unidos y Europa con mayores tasas de desplazamientos en bicicleta tienen menos siniestros de tránsito en general. Estas ciudades albergan amplias redes de carriles para bicicletas, extensos ciclo-estacionamientos y sistemas de bicicletas públicas. En este capítulo se abordan algunos aspectos clave que brindan condiciones más seguras para la bicicleta usando países desarrollados como de países en desarrollo. El capítulo está dividido en las siguientes secciones:
Estudios indican que la tasa de siniestros viales es de seis a nueve veces mayor entre ciclistas que entre conductores (Bjornskau 1993); la tasa de siniestralidad puede ser mayor en países en desarrollo debido a la falta de denuncias. También se ha demostrado que un mejor diseño vial permite reducir considerablemente el número de colisiones y lesiones para las personas que se desplazan en bicicleta. Aunque los carriles protegidos para bicicletas mejoran la percepción de seguridad y, eventualmente, reducen los incidentes viales, es indispensable prestar especial atención al diseño de las intersecciones para obtener verdaderos beneficios en cuanto a seguridad vial. Esto incluye mejorar la visibilidad de ciclistas y conductores, y abordar los conflictos en las intersecciones utilizando una señalización apropiada y semáforos. Estas medidas, adoptadas en forma conjunta, garantizan un sistema para bicicletas más seguro, más agradable y al final más exitoso.
La red vial debe considerar las necesidades de los ciclistas. Una red bien conectada para ciclistas debe contar con carriles interconectados, ciclo-carriles y calles donde se calme el tránsito y se de prioridad a las bicicletas. Se debe prestar especial atención a las inter-secciones y cruces, los cuales deben estar diseñados para priorizar las necesidades de los ciclistas.
Diagrama de una red para bicicleta que conecta destinos principales.
Figura 6.1 | Redes para Bicicletas
La ciudad de Curitiba (Brasil) tiene más de 120 km de carriles para bicicletas y ciclovías, que atraviesan las zonas verdes y calles de la ciudad. Otros 200 km están en fase de planificación, con lo cual se creará una red consolidada que enlazaría distintos destinos, nodos de transporte y zonas residenciales.
Son secciones de la calle, en una o ambas direcciones, designadas para el uso exclusivo de bicicletas. Se identifican por medio de marcas en el pavimento, por un bordillo o mediana. Los carriles protegidos para bicicletas tienen por objeto separar físicamente a los ciclistas del tránsito motorizado con el fin de garantizar la movilidad de los ciclistas y brindarles una percepción de seguridad en sus recorridos.
Carriles para bicicleta separados del tránsito de automóviles por medio de una barrera física.
Figura 6.2 | Carriles Para Bicicleta
Un carril para bicicleta de un solo sentido en Ciudad de México protege a los ciclistas por medio de barreras físicas y señalización donde desaparecen las barreras (puntos de acceso de automóviles).
Abajo: La infraestructura para bicicletas que observa en esta fotografía de Shanghái (China), separa los ciclistas de los conductores por medio de una cerca, la cual también impide el paso de peatones.
Son senderos exclusivos para peatones y ciclistas lejos de los carriles de circulación vehicular. Estos senderos también se conocen como vías verdes y se encuentran en corredores lineales, parques, corredores de servicio público o antiguos corredores ferroviarios; también se encuentran en áreas costeras y ribereñas.
Sendero independiente que segrega a ciclistas de peatones para reducir conflictos .
Figura 6.3.1 | Senderos independientes
Carril bidireccional a lo largo del perímetro de un parque en Belo Horizonte (Brasil) con un sendero adyacente destinado exclusivamente a peatones. El carril para bicicletas está protegido del tránsito motorizado con separadores de hormigón. Los carriles bidireccionales son más adecuados a lo largo de corredores como parques, áreas costeras y ribereñas, donde los conflictos de giro son menores.
Figura 6.3.2 | Senderos independientes
Este sendero independiente para bicicletas, ubicado en el perímetro de un parque en Bogotá (Colombia), separa a los peatones de ciclistas, lo cual reduce los conflictos entre los usuarios.
Las calles compartidas con bicicletas, también conocidas como bulevares para bicicletas, son vías de poco tránsito y baja velocidad optimizadas para el uso de la bicicleta por medio de medidas que incluyen mecanismos para calmar el tránsito, reducciones y reorientaciones del flujo vehicular, señales y marcas en el pavimento e intervenciones en intersecciones.
Calle de uso compartido con bicicletas, con diseño tipo bulevar, señalización vial y medidas de tránsito calmado.
Figura 6.4 | Calles compartidas
Un fietsstraat (vía para bicicletas) en los Países Bajos tiene marcas en la calzada y señales que indican que es un bulevar para bicicletas.
Una intersección más segura para los ciclistas puede comprender diversos elementos como pavimento pintado, señalización en la calzada, recuadros para bicicletas, semáforos para bicicletas y fases simultáneas en verde para los ciclistas. Debe prestarse especial atención a la infraestructura para bicicletas en intersecciones y entradas, para asegurarse de que los conductores vean a los ciclistas y para reducir los conflictos en los puntos de giro.
Una intersección que mejora la visibilidad de los conductores y ciclistas que se acercan con un recuadro para bicicletas que permite a los ciclistas reducir los conflictos en los puntos de giro.
Figura 6.5 | Seguridad vial en intersecciones
Intersección en Ámsterdam diseñada para mejorar la visibilidad entre ciclistas y conductores con una eliminación gradual del carril de estacionamiento.
Los giros a la izquierda son uno de los movimientos más complicados en las intersecciones, por esta razón es importante conocer los diferentes aspectos de seguridad vial que ofrece cada diseño.
En algunas guías, como la Urban Bikeway Design Guide de la National Association of City Transportation Officials (NACTO)—asociación con sede en Estados Unidos—los recuadros para bicicletas son descritos como lugares donde los ciclistas se ubican delante de los automóviles para girar a la izquierda (NACTO 2013). Igualmente, en manuales elaborados en Irlanda y los Países Bajos, los recuadros se describen como una opción donde los ciclistas entran en un carril de espera para girar la izquierda, pero esto pone a los ciclistas en riesgo mientras giran (CROW 2007; NTA 2011).
Los giros en dos pasos son un diseño más seguro. Una guía elaborada en los Países Bajos indica que los giros a la izquierda en dos etapas son una alternativa para reducir conflictos (CROW 2007). En una guía nacional para las ciudades de México también se hace referencia a este diseño (ITDP 2011). Varias investigaciones en China también revelan que los cruces en dos pasos pueden ser beneficiosos (Wang et. al 2009). Una desventaja de este diseño es que puede dejar a los ciclistas esperando en la calle, situación que consideran insegura, por ello la guía de NACTO recomienda ubicar a los ciclistas al lado de un bordillo o en un área de estacionamiento. La guía irlandesa refuerza lo anterior al señalar que el “área de apilamiento” debe ser muy visible sin obstruir el cruce de peatones o el paso de ciclistas que siguen derecho. Un semáforo que tiene un ciclo de cambio corto puede incentivar a los ciclistas a esperar y girar en dos pasos.
Por último, en el manual CROW 2007 de los Países Bajos se indica que los semáforos de una intersección pueden ser coordinados para que den luz verde exclusivamente a los ciclistas permitiéndoles girar a la izquierda en todos los sentidos de la intersección. Esta puede ser la solución ideal para intersecciones con alto volumen de ciclistas, pero podría aumentar el tiempo de espera para todos los usuarios de la vía. En este caso, el problema puede reducirse si los semáforos tienen ciclos breves.
Se requieren más investigaciones para evaluar los efectos de estas intervenciones en materia de seguridad vial y medir la repercusión de cualquiera de las medidas que se adopten.
Los ciclistas deben seguir derecho cuando tengan luz verde y cruzar la primera calle, detenerse en un recuadro de espera a la derecha de la vía y esperar que la luz cambie a verde antes de proceder a cruzar la otra calle.
Los ciclistas entran en conflicto con los peatones que suben y bajan en las paradas de autobús, por lo que debe adoptarse un diseño especial que dé cabida a las necesidades de ambos tipos de usuarios. Construir un carril para bicicletas detrás de las paradas de autobús puede ayudar a evitar colisiones entre ciclistas y pasajeros de los autobuses, pero si esto no está previsto, debe buscarse alguna forma de dar prioridad a los peatones.
En las paradas de autobús el diseño de carriles para bicicleta debe prestar atención a las necesidades de los ciclistas y peatones.
Figura 6.6 | Seguridad vial en paradas de autobús
En una parada de autobús en Río de Janeiro (Brasil) el carril para bicicletas se eleva al nivel de la acera y evita el área de espera del transporte público.
EVIDENCIA
Cruzar intersecciones es más seguro si hay semáforos para bicicletas, de esta forma los ciclistas pueden determinar con claridad a quién le corresponde el paso y cuándo deben cruzar la intersección. Además, este tipo de semáforos le dan prioridad al ciclista dependiendo de la señal. Se pueden combinar los semáforos para bicicletas con botones para activar el paso, recuadros para bicicletas y marcas en la calzada a fin de mejorar la seguridad de quienes cruzan intersecciones en bicicleta.
Los semáforos para bicicletas pueden ubicarse en lugares visibles para informar a los ciclistas cuándo pueden cruzar.
Figura 6.7 | Semáforos para bicicletas
Carril protegido para bicicletas en Estambul (Turquía) con un semáforo para bicicletas.
Introducir infraestructura nueva para los ciclistas puede ayudar a mejorar la tasa de uso de la bicicleta y ofrecer a la gente la posibilidad de adoptar un modo de transporte increíblemente sano cuando se consideran los beneficios de la actividad física. Las ciudades pueden ir más allá de la adopción de carriles seguros para bicicletas y proporcionar bicicletas a los ciudadanos a través de programas de bicicletas públicas, los cuales ha tenido mucho éxito en países emergentes como China y México.
Uno de los casos más notables es el programa de bicicletas públicas Ecobici de la Ciudad de México, que se puso en marcha en el 2010. Hoy en día cuenta con unos 73.000 usuarios y 27.500 recorridos diarios gracias a que dispone de más de 4.000 bicicletas en 275 estaciones. China, por su parte, tiene los programas de bicicletas públicas más grandes del mundo, el de Hangzhou, por ejemplo tiene 66.500 bicicletas en 2.700 estaciones. A escala mundial, hoy en día existen más de 500 ciudades con programas de bicicletas compartidas (Hidalgo y Zeng 2013).
Diversos estudios en los cuales se han examinado los programas de bicicletas públicas revelan que estas iniciativas tienen potencial en cuanto a beneficios para la salud. Un estudio en Barcelona, España reveló que el aumento del riesgo asociado con la exposición a la contaminación del aire y las colisiones viales, medidas en términos porcentuales, fue casi nulo, pero se salvaron más de doce vidas al año gracias a la actividad física que emprendieron las personas al adoptar una forma más activa de transporte (Rojas-Rueda et al. 2011). Una revisión de los programas de bicicletas públicas en Estados Unidos, Canadá y Europa indica que el riesgo de colisiones entre usuarios del programa es menor que el del ciclista promedio (Kazis 2011). Los expertos han señalado que esto puede deberse a que las bicicletas de estos programas se mueven a menor velocidad, son más resistentes, están diseñadas para mantener a los ciclistas en posición vertical, tienen luces incorporadas y a menudo se usan para recorridos cortos, lo cual puede limitar la exposición.
Se requieren más investigaciones sobre la seguridad vial de los programas de bicicletas públicas que se están adoptando en países con mayores tasas de colisiones viales, especialmente en América Latina y China. También es importante que las ciudades interesadas en estos programas adopten medidas para mejorar la seguridad vial de la infraestructura en las calles.
Un sistema de transporte público bien diseñado es un elemento clave para la seguridad en las calles. El transporte público de alta calidad es el modo de transporte más seguro y mueve el mayor número de personas (ETSC 2003; Elvik y Vaa 2009). Sin embargo, en muchas ciudades, especialmente en los países de ingresos medianos y bajos, el transporte masivo funciona de manera informal con poca supervisión (Restrepo Cadavid 2010), por lo tanto, este se percibe como inseguro y es generalmente asociado a un mayor riesgo de colisiones.
Para que el transporte público tenga un efecto positivo en la seguridad vial, debe enmarcarse en un sistema organizado que le dé la prioridad correspondiente. Nuestras investigaciones indican que cuando las ciudades construyen corredores de buses, al tiempo que organizan el servicio bajo sistemas empresariales, tienen mayor impacto en la seguridad vial que si simplemente dan prioridad a buses convencionales o informales. Los datos de implementación de sistemas de autobuses de tránsito rápido (BRT, por sus siglas en inglés)—como Macrobús en Guadalajara, TransMilenio en Bogotá y Janmarg en Ahmedabad—muestran una reducción significativa en el número de colisiones y muertes en sus corredores.
Las investigaciones de EMBARQ se han centrado en identificar los factores de riesgo y tipos de colisiones comunes en estas vías de transporte público, para así proporcionar directrices de diseño más seguras. En los corredores del transporte masivo los principales riesgos de seguridad vial dependen de las características geométricas de su diseño, más que en el tipo de tecnología usada (en autobús o tranvía o tren ligero) o en la región del mundo donde se encuentren. La mayoría de las recomendaciones que se presentan en este capítulo se centran en sistemas de autobuses, adoptados en varias ciudades del mundo, relativamente más fáciles de mejorar que otros modos. En el informe del Instituto de Recursos Mundiales (WRI) titulado Traffic Safety on Bus Priority Systems pueden encontrarse lineamientos más detallados.
Aunque las recomendaciones que se presentan en este y otros capítulos de esta guía pueden aplicarse al diseño de puntos de acceso para otros modos del transporte público, se necesitan más investigaciones que aborden el cómo las ciudades pueden fomentar los accesos y desplazamientos más seguros dentro de un sistema integrado de transporte.
En este capítulo se muestra cómo se puede mejorar la seguridad vial en los corredores prioritarios del transporte en autobús mediante un mejor diseño de:
En la publicación Traffic Safety on Bus Priority Systems, EMBARQ presenta una serie de lineamientos basados en investigaciones realizadas en todo el mundo que pueden servir de guía para crear corredores de autobuses más seguros. Parte del análisis de los datos recopilados reveló los tipos de colisiones más comunes a lo largo de estos corredores, entre los que se encuentran:
1. Peatones en el carril de autobuses
A veces los peatones atraviesan el tránsito motorizado, lento o detenido, para ser atropellados por un autobús que circula en un carril exclusivo para autobuses. Los conductores de los autobuses tienen poco tiempo para reaccionar porque a menudo los vehículos de los otros carriles les impiden ver a los peatones que cruzan. Este tipo de colisiones generalmente causan lesiones mortales.
2. Giros a la izquierda frente un carril de autobuses
Esta es una de las colisiones más comunes entre autobuses y demás conductores cuando los carriles para autobuses se ubican en las vías centrales. Si no se restringen o controlan los giros a la izquierda en las intersecciones, un automóvil que gira a la izquierda frente al carril para autobuses puede ser arrollado por un autobús que continua su camino.
3. Tránsito mixto en carriles para autobuses
Este tipo de colisión sucede cuando se adoptan carriles exclusivos para autobuses. La falta de una barrera física entre el carril para autobuses y los carriles de tránsito mixto permite que algunos vehículos ingresen ilegalmente a los carriles de autobuses y choquen.
4. Colisiones entre autobuses y ciclistas
En ocasiones los ciclistas hacen uso de los carriles exclusivos para autobuses ya que las parecen más seguros que los carriles de tránsito mixto, pero pueden sufrir lesiones graves si son atropellados por autobuses que circulan a alta velocidad. También a veces los ciclistas intentan hacer maniobras evasivas al pasarse a otros carriles cuando se acercan los autobuses, por lo cual pueden ser atropellados por vehículos que pasan en dirección contraria, o perder el control y estrellarse contra los separadores. En las paradas a un lado de la acera, los autobuses que se mezclan con el tránsito mixto también pueden ser peligrosos para los ciclistas.
5. Colisiones por alcance en una parada o estación
Esto ocurre cuando un autobús se alinea detrás de otro en la plataforma de una estación, pero entra demasiado rápido y choca con el autobús está adelante.
6. Colisiones entre autobuses dentro de las estaciones
Estas colisiones ocurren en sistemas con múltiples carriles para autobuses y carriles expreso. Los autobuses que salen de la estación e ingresan en el carril expreso chocan con autobuses que ya están allí, ya sea porque están pasando o entrando a la estación. Una colisión con un autobús expreso es más grave ya que estos se desplazan a mayor velocidad.
Fuente:Duduta et al. 2015
La clave para garantizar la seguridad vial en cualquier corredor de autobús consiste en mantener las calles estrechas y utilizar un diseño sencillo y compacto en las intersecciones. El tamaño y la complejidad de las intersecciones son factores que permiten predecir mayores frecuencias de colisiones en los corredores de autobuses.
Intersección con carril central exclusivo para buses.
Intersección con carril exclusivo para buses junto a la acera.
Figura 7.1 | Intersecciones en un Corredores de Autobuses
El corredor BRT de la Ciudad de México en Avenida Insurgentes incluye la prohibición de vueltas a la izquierda, generando menos conflictos y choques.
Los atropellos a mitad de cuadra son el principal problema de seguridad vial que existe en corredores de autobuses. Los carriles para autobuses pueden convertirse en una barrera al acceso peatonal si el número de pasos a mitad de cuadra es insuficiente. Esto también puede aumentar la probabilidad de que los peatones crucen sin ningún tipo de protección o incluso que salten las barreras divisorias, lo que aumenta la probabilidad de un atropello. Sin embargo, los pasos a mitad de cuadra bien diseñados pueden mitigar este tipo de colisiones y mejorar la seguridad vial.
Cruce peatonal a mitad de cuadra de una arteria urbana.
Figura 7.2 | Pasos peatonales a mitad de cuadra
El paso a mitad de cuadra en una vía con carriles de autobuses en Juiz de Fora (Brasil) incluye un semáforo y un paso elevado señalizado en un segmento con tránsito a 25 km/h, lo cual permite un cruce peatonal más seguro.
El diseño de estaciones puede prevenir movimientos peligrosos del tránsito y mejorar la accesibilidad y la operación en general. Las estaciones y áreas circundantes tienen mayores volúmenes de peatones debido a la cantidad de personas que entran y salen de estas, lo cual aumenta el riesgo de que los peatones se vean involucrados en colisiones. Además, las estaciones cercanas a intersecciones deben ser diseñadas de manera tal que los autobuses puedan esperar o girar en ellas.
Acceso peatonal a una estación de BRT.
Figura 7.3 | Estaciones en carriles de autobuses y BRT
Las estaciones del BRT MOVE en Belo Horizonte son accesibles a través de cruces claramente marcados, señalización, y una rampa situada detrás de la estación que permite a los pasajeros entrar y salir de los vehiculos mientras éstos dejan la estación.
Los transbordos más seguros entre dos rutas o modos de transporte son los que se realizan sin que los pasajeros salgan de la plataforma en la estación. Lo ideal es tener puntos integrados de trasbordo, pero estos requieren de mucho espacio. En las ciudades más densas los transbordos pueden realizarse en una intersección, lo que requiere consideraciones relativas al diseño similares a las mencionadas en las secciones anteriores.
Acceso peatonal a una estación de autobuses de tránsito rápido (BRT) en carriles centrales.
Figura 7.4 | Terminales y Transbordos
Las fotos muestran transbordos en ambos lados de una misma plataforma, entre el sistema BRT TransMilenio y una ruta alimentadora.
Este capítulo se centra principalmente en el acceso a las estaciones de autobuses, aunque se dan elementos clave para diseñar estaciones o corredores más seguros para trenes ligeros o tranvías. Los tranvías pueden usarse en una amplia variedad de rutas, algunas están completamente separadas del tránsito por medio de túneles subterráneos, otras van a lo largo de corredores ferroviarios o áreas costeras o ribereñas, o bien a lo largo o en el medio de las vías de la ciudad. Aunque en esta publicación no se presentan lineamientos detallados sobre tranvías, una revisión de las investigaciones realizadas sobre el diseño vial, muestra que los principales problemas con el diseño de tranvías guardan relación con: (a) los conflictos entre vehículos y tranvías; y (b) la seguridad peatonal, especialmente con respecto al acceso a las estaciones.
Conflictos con vehículos: el tránsito mixto es el menos aconsejable. Se ha determinado que los tranvías que circulan a nivel de la calle constituyen el diseño menos recomendado para los sistemas de trenes ligeros debido a los posibles conflictos con otros modos de transporte pues pueden obstaculizar el tránsito, limitar la velocidad y confiabilidad del transporte público, y plantear riesgos en materia de seguridad vial a vehículos y peatones (Richmond et al. 2014). Estos conflictos pueden evitarse con el uso de carriles exclusivos y asegurarse por medio de barreras físicas, como barandillas o cercas, que impidan a peatones y vehículos entrar en las vías del tren o tranvía. También pueden presentarse conflictos en las intersecciones, especialmente en puntos donde los vehículos giran frente a la ruta del tranvía. Esto requiere de semáforos separados para los vehículos que giran, pero prohibir los giros a la izquierda puede reducir la probabilidad de que un tranvía choque con un vehículo que está efectuando esta acción (Pecheux y Saporta 2009).
Seguridad peatonal. Otro tema importante con los tranvías es el conflicto entre vehículos y peatones, particularmente en áreas alrededor de las estaciones. Un estudio realizado en Suecia reveló que tres cuartas partes de las lesiones que sucedieron por incidentes con autobuses y tranvías, ocurrieron en las paradas de estos, o bien en pasos peatonales (Hedelin, Bunketorp y Björnstig 2002). Entre las medidas que pueden adoptarse para mejorar seguridad vial se encuentra el reducir la velocidad de los vehículos—a través de reductores de velocidad, pasos peatonales elevados u otros mecanismos para calmar el tránsito—reducir las distancias de cruce y asegurar una visibilidad clara a la entrada y la salida de las estaciones. Pueden usarse bocinas o campanas para alertar a los peatones de que se aproxima un tren. Entre otras intervenciones, se pueden usar barreras para impedir el cruce de peatones al paso de los trenes (Cleghorn 2009).
Se necesitan más investigaciones, en particular análisis estadísticos sobre los diseños que pueden maximizar la seguridad vial en los corredores de tranvías, ya que muchos de los problemas encontrados con los tranvías parecen ser similares a los que se observan con los sistemas BRT (Duduta et al. 2015). De todas maneras es importante que se realicen inspecciones y auditorias de seguridad vial para darles a los diseñadores información importante sobre la mejora de la seguridad vial.
Un cruce elevado en Estambul ayuda a priorizar a los peatones en el punto de acceso a una estación del tranvía.
El diseño de calles y barrios de una ciudad puede repercutir en la salud y la seguridad vial de los ciudadanos.
Las ciudades de todo el mundo toman decisiones sobre cómo configurar barrios y diseñar las vías. ¿Estas decisiones conducirán a calles como las de Copenhague, más amigables para peatones y ciclistas? o ¿a un sistema como el que caracterizó a Atlanta, dependiente del automóvil y orientado a las autopistas?
La combinación de esfuerzos por optimizar tecnologías vehiculares y la mejora de reglamentos sobre el uso de cinturones de seguridad y leyes sobre la conducción bajo efectos del alcohol, puede plantear un diseño más seguro para calles y comunidades tanto en megaproyectos de construcción, como en proyectos de renovación de viviendas, ciudades nuevas, zonas de expansión urbana, y en la reconsideración de calles urbanas existentes.
Las ciudades que se extendieron en Estados Unidos, Canadá y Europa, que fueron desarrolladas a finales del siglo XX, están revisando las políticas que han promovido la expansión urbana y una alta tasa de muertes a causa de siniestros de tránsito. Para llegar a comprender esto transcurrieron varias décadas, mientras que una ciudad como Copenha-gue actualmente observa los beneficios de 50 años de trabajo generando un entorno urbano orientado a las personas. La clave para que esto ocurra está en un desarrollo urbano sostenible centrado en los desplazamientos a pie y en bicicleta, el acceso al transporte público masivo, un desarrollo compacto, el uso mixto del suelo, la existencia de parques y espacios públicos cercanos, y un diseño vial seguro que reduzca la velocidad vehicular y perdone el error humano.
La seguridad vial urbana debe ser un elemento integral de la movilidad urbana y otros planes urbanos—junto a preocupaciones por el medio ambiente, la energía y la movilidad—dentro de una visión sostenible a largo plazo. Las autoridades y ciudadanos deben entender las decisiones que se deben tomar y deben trabajar con perseverancia para llevarlas a la práctica.
Para adquirir el conocimiento necesario que respalde la toma de decisiones, se deben realizar investigaciones y hacer un seguimiento continuo al desempeño de la seguridad vial. Las ciudades tienen que crear sus propias soluciones, adaptadas a contextos locales, y evaluarlas para obtener el impacto deseado.
Este informe tiene por objeto presentar los elementos básicos necesarios para diseñar calles y comunidades más seguras, de manera que las ciudades puedan crear y evaluar esas soluciones para poder reproducirlas. En esta versión piloto, se presentan numerosas soluciones, junto con datos probatorios y ejemplos, para que las ciudades las sometan a prueba. En una próxima versión se incorporarán todas las revisiones y aportes que se reciban a lo largo del proceso de prueba. Se espera además que esta guía sirva de inspiración para la creación de guías locales o nacionales que permitan reflejar mejor el contexto local y reducir el número de muertes y lesiones graves resultantes de siniestros de tránsito. De esta manera las ciudades pueden convertirse no solo en lugares más seguros para todos sus habitantes, sino también en lugares más sanos y más sostenibles para la vida.
1. Aproveche la experiencia de todos los usuarios de las vía. Para construir una ciudad segura y amable es indispensable consultar a todos los usuarios de la vía, pues los diferentes usuarios conocen a fondo sus propias necesidades.
2. Procure que múltiples sectores participen, ya que el gobierno no puede hacerlo solo. Busque aliados de distintas áreas del sector público y privado para que participen en el esfuerzo de adoptar prácticas más inclusivas para todos los usuarios de la vía, ya sea que actúen impulsados por una oportunidad de negocio o por un imperativo moral. Los museos, teatros, tiendas de comestibles, bancos, farmacias, iglesias y asociaciones de vecinos pueden ser líderes en la creación de ciudades seguras y amables.
3. Reconozca que un entorno seguro al movilizarse contribuye favorablemente a la economía.
4. Asegúrese de que los peatones, ciclistas y usuarios del transporte masivo conozcan las oportunidades y los recursos existentes.
5. Adopte un enfoque de “seguridad vial en todo”, en los procesos de planificación y diseño de comunidades. Rediseñe las intersecciones de las calles teniendo en cuenta la seguridad de todos los usuarios de la vía, haga énfasis en zonas cercanas a tiendas, servicios y en áreas con un alto índice de lesiones de peatones, y agregue asientos en las calles públicas siguiendo las recomendaciones que den los peatones sobre dónde ubicarlos.
6. Abogue por mejoras en el transporte público, haciendo hincapié en la necesidad de que el transporte sea seguro, accesible y acogedor para todos los usuarios. El disponer de buena iluminación, señales claras y conductores corteses puede ser tan importante como contar con la infraestructura apropiada.
7. Aumente las posibilidades de tener acceso a oportunidades que promuevan la salud y socialización. Expanda los esfuerzos para que los parques, senderos peatonales, piscinas, playas, centros de recreación y eventos públicos sean accesibles y acogedores para todos. Ofrezca programas de acondicionamiento físico y recreación que sean de interés para todos los usuarios.
8. Por último, pero no menos importante, planifique la seguridad vial a través de planes urbanos de movilidad, de acción y otros planes que tengan como prioridad la seguridad vial en el diseño urbano.
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Ben Welle Ben Welle es asociado senior de Movilidad y Gerente de Salud y Seguridad Vial en el Centro Ross para Ciudades Sostenibles de WRI.
Contact: bwelle@wri.org
Qingnan Liu Qingnan Liu es exanalista de investigación del Centro Ross para Ciudades Sostenibles de WRI. Actualmente es analista senior en BCG – The Boston Consulting Group.
Wei Li Wei Li es analista de investigación y planificador de transporte en WRI China y en el Centro Ross para Ciudades Sostenibles de WRI. Colabora en proyectos de seguridad vial en China y el sudeste asiático.
Contact: WLi@wri.org
Claudia Adriazola-Steil Claudia Adriazola-Steil es directora global de Salud y Seguridad Vial del Centro Ross para Ciudades Sostenibles de WRI.
Contact: cadriazola@wri.org
Robin King Robin King es el director de Captura del Conocimiento en el Centro Ross para Ciudades Sostenibles de WRI.
Contact: rking@wri.org
Claudio Sarmiento Claudio Sarmiento es parte del equipo de WRI México. Es investigador y candidato a doctor en diseño urbano por la Universidad de Toronto.
Marta Obelheiro Marta Obelheiro es coordinadora de Seguridad Vial en WRI Brasil y en el Centro Ross para Ciudades Sostenibles de WRI; está especializada en transporte público, desarrollo urbano y proyectos de seguridad vial.
Contact: mobelheiro@wri.org
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Portada, pg. 10, 36, 44, 61 (abajo), 64, 70 (en medio), 74, 76, 83, 84 EMBARQ Brasil; pg. ii–iii Chrisarribaher Fynn; pg. 2 VvoeVale; pg. 5 (arriba: derecha, abajo: izquierda), 28, 61 (arriba), 82, 85 EMBARQ Sustainable Urban Mobility by WRI; pg. 5 (arriba: izquierda), 9 Benoit Colin/WRI; pg. 5 (arriba: en medio), 26, 27, 31, 33, 34, 37, 40, 46, 47, 48, 51,56, 57, 61 (en medio), 69 (abajo), 72, 86 Ben Welle; pg. 5 (abajo: en medio); pg. 5 (abajo: derecha) Meena Kadri; pg. 20 Jess Kraft/Shutterstock; pg. 23 Julie Lindsay; pg. 24 bharat.rao; pg. 35 Dylan Passmore; pg. 38 Google, INEGI; pg. 39 Martti Tulenheimo; pg. 43 Miguel Ríos; pg. 49 NACTO; pg. 52 Aaron Minnick; pg. 55 Gilmar Altamirano; pg. 58 Steve Hoge; pg. 59 Safe Kids Korea; pg. 60 Ajay Gautam; pg. 62 New York City; pg. 63 Wrote; pg. 67 City of Curitiba; pg. 69 (arriba) Jason Margolis, PRI’s The World; pg. 75 EMBARQ Turkey; pg. 70 (abajo) Enrique Peñalosa; pg. 71 JT; pg. 77 Cheng Liu; pg. 87 Alex Proimos; pg. 88 Francisco Anzola
Los autores están muy agradecidos con las siguientes personas por su valiosa orientación y análisis: Lotte Bech, Himadri Das, Nicolae Duduta, Skye Duncan, Eric Dumbaugh, Rejeet Matthews, Matthew Roe, Henrique Torres, Ellen Townsend, Carsten Wass y George Yannis. Los autores también desean expresar su agradecimiento a los siguientes expertos y colegas por el asesoramiento y apoyo que brindaron durante la elaboración de este informe y la realización de actividades relacionadas con el diseño urbano, la seguridad vial y el transporte: Asis Abedi, Saúl Alveano, Holger Dalkmann, Carrie Dellesky, Salvador Herrera Montes, Darío Hidalgo, Erika Kulpa, Clayton Lane, Luis Antonio Lindau, José Segundo López Valderrama, Natalia Lleras, Marco Priego, Juan Miguel Velásquez y Stephen Vikell. En particular es necesario agradecer a Nicolae Duduta por ofrecer su pericia y asesoramiento a lo largo de todo el proceso y por contribuir con muchas de las ilustraciones que se presentan en el informe. Asis Abedi, Vineet John, Rafaela Machado y Qianqian Zhang también colaboraron con ilustraciones y apoyaron el diseño. La traducción de esta guía al español fue un aporte de la Organización Panamericana de la Salud y Despacio.org (Natalia Lleras y Philip Verma).
La orientación que se brinda en este informe está basada en recursos que abarcan diversos ámbitos, desde el internacional hasta el nivel de la ciudad, e incluyen guías y normas sobre el diseño vial, directrices de seguridad vial para el tránsito calmado, manuales para ciclistas, infraestructura que favorece a los peatones, entre otros. Entre estos recursos se encuentran:
Los recursos naturales son la base de las oportunidades económicas y del bienestar humano, pero hoy en día estamos agotando los recursos de la Tierra de manera no sostenible, lo cual pone en peligro la economía y la vida de las personas. Las personas dependen de agua limpia, tierra fértil, bosques sanos y un clima estable. Las ciudades habitables y la energía limpia son esenciales para un planeta sostenible. Durante esta década debemos hacer frente a estos desafíos globales urgentes.
Estamos viviendo momentos críticos como humanidad. En las últimas décadas hemos sido testigos de un crecimiento sin precedentes: al tiempo que la humanidad y la economía crecen, requerimos de un mayor uso de recursos naturales, lo que ha generado patrones de consumo y de producción insostenibles.
En WRI creemos que es posible continuar disfrutando del progreso económico y social al tiempo que protegemos al medio ambiente y aseguramos la capacidad de proveer recursos para satisfacer las necesidades de las generaciones de hoy y mañana.
Visualizamos un planeta equitativo y próspero basado en la gestión racional de los recursos naturales. Aspiramos a crear un mundo en el que las acciones del gobierno, las empresas y las comunidades se combinen para eliminar la pobreza y mantener natural el medio ambiente para todas las personas.
CONTARLO
Comenzamos con datos, llevamos a cabo investigaciones independientes y nos basamos en las últimas tecnologías para desarrollar nuevas ideas y recomendaciones. Con un riguroso análisis se identifican riesgos, se presentan oportunidades y se informan estrategias inteligentes. Nuestro trabajo se centra en economías influyentes y emergentes, donde se determinará el futuro de la sostenibilidad.
CAMBIARLO
Utilizamos nuestras investigaciones para influir en políticas gubernamentales, estrategias empresariales y acciones de la sociedad civil. Ponemos a prueba proyectos con comunidades, empresas y agencias gubernamentales para construir una sólida base empírica, para luego trabajar con socios en la producción de un cambio sobre el terreno que alivia la pobreza y fortalece a la sociedad. Asumimos nuestra responsabilidad para asegurar que nuestros resultados sean vanguardistas y perdurables.
ESCALARLO
No pensamos a pequeña escala. Una vez comprobado, trabajamos con socios para adoptar y ampliar nuestros esfuerzos a nivel regional y mundial. Nos comprometemos con los tomadores de decisiones para llevar a cabo nuestras ideas y elevar el impacto que tenemos, y medimos el éxito a través de acciones del gobierno y negocios que mejoren la vida de las personas y mantengan un medio ambiente sano.
El WRI Ross Centro para Ciudades Sostenibles trabaja para hacer de la sostenibilidad urbana una realidad. La investigación global y la experiencia práctica sobre el terreno en Brasil, China, India, México, Turquía y Estados Unidos se combina para estimular acciones que mejoren la vida de millones de personas.
Basado en la gran experiencia mundial y local en cuanto planificación urbana y de movilidad, el WRI Ciudades Sostenibles utiliza soluciones comprobadas y herramientas orientadas a la acción para aumentar la construcción y eficiencia energética, gestionar el riesgo del agua, fomentar una gobernanza eficaz y hacer que el rápido crecimiento urbano sea resistente a nuevos desafíos.
Con el objetivo de influenciar en 200 ciudades con herramientas e investigaciones únicas, el WRI Ciudades Sostenibles se centra en un enfoque profundo e intersectorial en cuatro megaciudades de dos continentes, y da asistencia específica a más de 30 zonas urbanas, trayendo así, beneficios económicos, ambientales y sociales a ciudadanos alrededor del mundo.
Web: WRIcities.org
Blog: TheCityFix.com
Twitter: Twitter.com/WRIcities
Cada informe del Instituto de Recursos Mundiales (WRI) representa un tratamiento académico oportuno de un tema de preocupación pública. WRI asume la responsabilidad por elegir los temas de estudio y garantizar la libertad de investigación de sus autores e investigadores. Ésto también aplica y responde a las orientaciones de paneles asesores y revisores expertos. A menos que se indique otra cosa, sin embargo, todas las interpretaciones y conclusiones establecidas en las publicaciones de WRI son las de los autores.
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